Jordi Coca (Barcelona, 74 años), ha dejado el Ateneu Barcelonès después de 40 años como socio y de haber sido miembro de la junta. Doctor en artes escénicas, catedrático emérito del Institut del Teatre y director de teatro, el escritor se muestra indignado por la gestión de Isona Passola al frente de la entidad. Considera, en conversación con Metrópoli, que su forma de hacer y de entender la presidencia del Ateneu deja mucho que desear. “Passola no puede presidir el Ateneu con mentiras y actitudes chulescas”, sentencia, después de analizar cómo la productora de cine ha querido tapar las distintas polémicas: “El enfrentamiento con la Escuela de Escritura se podrá calmar y resituar, pero eso es una cortina de humo, que a ella le interesa, porque el problema real y grave es la Biblioteca, después de haber despedido a su responsable, Àlex Cosials, un profesional competente y respetado”, asegura.
¿Qué ocurre entonces en el Ateneu con una cascada de dimisiones en las últimas semanas? Coca entiende que la situación económica es delicada y que la pandemia del Covid ha afectado a la entidad. La imposibilidad de celebrar actos, una de las vías de ingreso, con el alquiler de los auditorios, y ahora el aumento enorme de la factura eléctrica, complica el equilibrio de los presupuestos. Pero esas cuestiones no pueden ser determinantes, hasta el punto de que Passola solo quiera, a juicio del escritor y director teatral, “adelgazar la nómina a base de despidos”.
El despido del director de la Biblioteca del Ateneu, Àlex Cosials, ha alarmado a miembros de la Junta y a socios destacados. Hasta el punto de que dimitió Joan Safont, periodista e investigador cultural, y Teresa Mañà. Coca señala que Passola, “luego se desmarcó, responsabilizando a la gerente de la decisión, pero es ella la que toma las decisiones”.
“Lo que no puede ser es que se niegue a convocar una asamblea extraordinaria, en la que dé cuentas de sus arbitrariedades”, indica Jordi Coca, que explica que cuando él estuvo en la anterior Junta se realizó una encuesta en la que la Biblioteca y el jardín se situaban en la dos primeras posiciones de lo que más valoraban los socios. “La Biblioteca no es algo accesorio para el Ateneu, es el corazón de la entidad”, insiste, para afear a Passola que tome decisiones “de forma arbitraria, y a través de equívocos y mentiras”. Por ello, el escritor y director teatral es taxativo: “Passola no puede llevar el Ateneu Barcelonès con mentiras y actitudes chulescas”, y recalca ese último adjetivo, al considerar que, tal vez, Isona Passola no ha sabido, desde el primer momento, cómo se debía gestionar el Ateneu Barcelonès.
Ante algunos comentarios, en el seno del Ateneu, de Passola sobre la anterior Junta, que presidía el historiador Jordi Casassas, “es necesario dejar atrás la caspa convergente”, como apuntaron diversas fuentes a Metrópoli, Jordi Coca no se da por aludido, al recordar que siempre ha estado vinculado a la órbita de ICV, de la izquierda progresista. Lo que sí señala el director teatral es se pueden producir más dimisiones, desde el Consejo asesor de la Biblioteca, que Passola “no ha tenido ningún interés en reunir, porque dice que no existe”. Un miembro de ese consejo, Núria Balaguer, ya ha presentado su dimisión.
En el caso de la Escuela de escritura, Passola se reunió con sus miembros en la tarde de este pasado viernes. Las dos partes acabaron emitiendo un comunicado en el que se da cuenta del inicio de un diálogo que debe concluir con un nuevo marco que “paute las relaciones entre la Escuela y la Junta directiva del Ateneu”.
En gran medida el conflicto se produjo por la intención de Passola de que los alumnos de la Escuela se convirtieran en socios del Ateneu. La Escuela ha sido durante los últimos años un pulmón económico de la entidad, pero la pandemia del Covid redujo también los ingresos y el número de socios. Eso, junto al aumento de la factura de la luz, por la recuperación de los cursos físicos, ha llevado a un desequilibrio financiero de unos 250.000 euros.
Passola se ha hecho fuerte junto a dos miembros de la Junta, Llüisa Julià y el joven Jordi Jiménez. Y la percepción, como apunta Jordi Coca, es que “no consulta a nadie, todo es arbitrario”.
Como anécdota que ilustra esa actitud se menciona la instalación en el Ateneu del billar de Joan Ollé, el director teatral, muy amigo de Passola, recientemente fallecido. Ollé disponía de un local, el llamado Espai Canuda, --de intercambio cultural-- que su viuda no ha podido mantener. Y el billar de aquel espacio ha aparecido en el Ateneu.