Un cruce de caminos. Esa es quizá la mejor definición de la plaza de Maragall. Convertida actualmente en uno de los centros neurálgicos del Guinardó: los niños corretean por su área de juego, los adultos se relajan tomando algo en alguna terraza, de vez en cuando se convierte en escenario de algún evento popular… Pero bajo esa apariencia de espacio vecinal friendly salpicado de vegetación, la plaza de Maragall era, es y seguirá siendo un cruce de caminos.
El proyecto inicial de urbanización de la plaza de Maragall data de la década de 1920, aunque no se llevó a cabo hasta los años 40 del siglo pasado, tiempo después de que finalizara la Guerra Civil. Para entonces, las nuevas edificaciones habían empezado ya a rodear el espacio que debía ocupar la plaza proyectada, aunque la construcción masiva de viviendas no se produciría hasta unos diez años más tarde.
PUNTO DE ENCUENTRO
Hasta su constitución como plaza, este punto siempre fue un lugar de paso en el que se unían, convergían o continuaban, según el caso, los antiguos caminos que llevaban a los viajeros desde la antigua ciudad de Barcelona a los pueblos limítrofes como Horta, Santa Martí de Provençals o Gràcia... y viceversa. De hecho, el tranvía eléctrico, que llegó hasta esta zona desde el centro de Barcelona en 1901, entraba en el Guinardó por las calles Fresser y Garrotxa y, en un principio, finalizaba su trayecto, prácticamente, en lo que más tarde sería la Plaza de Maragall.
Al fin y al cabo, el origen del actual paseo Maragall está en antiguo camino de Horta. No nos engañemos, aunque hoy la frontera entre Barcelona y todas aquellas poblaciones limítrofes se ha diluido hasta desaparecer, una vez integradas en la ciudad, esta plaza sigue siendo un cruce de caminos ‘disfrazado’, ahora, entre barrios.
Y no solo en la superficie. En el subsuelo de la plaza, además, está proyectada una estación para las líneas 9 y 10 del metro de Barcelona que, con el tiempo, cruzarán la ciudad desde Santa Coloma de Gramanet al Prat del Llobregat y desde Badalona a la Zona franca, respectivamente.
EN HONOR AL ESCRITOR MARAGALL
Por cierto, la plaza toma su nombre del paseo Maragall, bautizado así a principios del siglo XX en homenaje a Joan Maragall. Y, quizá alguien lo recuerde aún, en la plaza había años atrás un monolito al escritor y poeta que desapareció cuando se iniciaron las obras de la línea 9 y nunca más regresó.