El gobierno de Ada Colau continúa con su persecución a la restauración en Barcelona. En concreto, limitan e incluso prohíben las terrazas, uno de los grandes reclamos de la oferta hostelera de la ciudad. El Ayuntamiento anunció el pasado 27 de octubre la puesta en marcha de una nueva medida que hizo saltar las alarmas en el sector: impuso la obligación de cerrar las terrazas una hora antes en cuatro zonas de la ciudad: Raval Nord i Gòtic (calle de Escudellers y plaza de George Orwell), las plazas de Gràcia, la calle de Enric Granados y la plaza dels Jardins de la Mediterrània, en Sants.
El motivo, según se recoge en el decreto publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona (BOPB), pretende "poner punto y final a las molestias generadas por su actividad". Además, mientras crecen las restricciones, muchos hosteleros se enfrentan a otro problema que se arrastra desde el fin de la pandemia: la consolidación de las terrazas covid.
Desde el Gremi de Restauració condenan una "obsesión" contra el sector desde el gobierno municipal y luchan por llegar a acuerdos que permitan frenar las limitaciones abusivas a "uno de los principales sectores que potencian la economía de la ciudad". El director del Gremi, Roger Pallarols, comenta, en la siguiente entrevista con Metrópoli, la posición del Gremi ante las políticas municipales actuales y sus líneas de actuación ante las elecciones de mayo de 2023.
Pregunta: Las medidas restrictivas en las terrazas de Barcelona son una de las principales polémicas actuales en la ciudad. ¿Tiene la concepción de que Barcelona quiere acabar con estos espacios?
Respuesta: Si entendemos que Barcelona son los barceloneses tengo claro que la ciudad no quiere acabar con las terrazas. Los ciudadanos piden terrazas y además lo hacen de manera creciente, es algo que se demuestra en el día a día.
¿Y el gobierno municipal?
Es verdad que la actitud del Ayuntamiento no es coherente con la actitud que sí que tienen los barceloneses. Hay una desunión completa entre la petición de los ciudadanos y la necesidad de una industria tan importante como la hostelería y la actitud de una administración que se enquista en demasiadas ocasiones en el no.
¿Qué quiere decir con el "no"?
En muchas ocasiones Barcelona dice no a la economía de la ciudad. Decirle que no a la hostelería, por ejemplo, es frenar a uno de los principales actores económicos que además es uno de los que más ha sufrido los efectos de las dos crisis: la pandemia sanitaria y la situación inflacionista.
¿Está habiendo una negación en la consolidación de las licencias covid, por ejemplo?
El Ayuntamiento aún tiene un margen de semanas y meses para cumplir con la palabra dada. Lo único que tiene que hacer es aplicar bien la norma y no frustrar las expectativas que ellos mismos generaron en el sector de la hostelería. Pero por ahora sí que se están negando licencias y, por tanto, están incumpliendo sus promesas.
¿Cuál fue la palabra del gobierno en su día?
En rueda de prensa, la alcaldesa, junto al primer y la segunda teniente de alcaldía, dijo que todos los locales que hubiesen ganado una terraza en la calzada o en la acera la podrían mantener y que en las ampliaciones en la acera regiría el criterio general del mantenimiento (mantener el número máximo de mesas y sillas de la pandemia). Solo puso dos excepciones: las calles de Enriic Granados y Parlament.
¿Y cuál ha sido la realidad?
En base a los datos de septiembre, que se refieren a la primera mitad de los expedientes, se han denegado alrededor del 70% de licencias. Con esta cifra es obvio que no se están cumpliendo los compromisos.
¿Qué cree que está ocurriendo?
Es claro: no se está aplicando el texto normativo que consensuamos en el 2018. El Ayuntamiento está recuperando con sus resoluciones la rigidez en la manera aplicar la norma como si fuese la del 2013 y no se hubiese modificado en el 2018, año en que se consiguió el fin del llamado "conflicto de las terrazas".
¿Qué pérdidas tendrán los hosteleros si no se aceptan las licencias?
Además de reducir su capacidad para ganarse la vida y salir adelante, sus locales perderán atractivo, pues el barcelonés, insisto, demanda terrazas durante todo el año.
En el transcurso de la concesión de licencias para consolidar las terrazas se confirmó el adelanto horario del cierre de terrazas. ¿Cómo ha afectado a los negocios desde que se aplicó?
Es un golpe muy duro en la línea de flotación de los negocios y es una demostración más de la falta de empatía tan habitual en relación a un sector tan importante en la economía y en la vida social. E insisto, es el incumplimiento del acuerdo de 2018, que costó mucho de conseguir.
¿En el acuerdo de 2018 se habló de horarios?
Obviamente. Se consiguió entre gobierno y gremio -y luego lo refrendó todo el Ayuntamiento- que se fijaran los siguientes horarios: hasta las 00:00 horas los días de cada día y hasta las 1:00 horas los viernes y las vísperas de festivo.
¿Costó acordar estos horarios de cierre?
Sí, costó mucho de construir. Al final llegamos a un horario muy sensato, de hecho Barcelona -antes de todas las restricciones- tiene los horarios más restrictivos si lo comparas con todas las capitales de Catalunya y de España. En el momento en que aquí hay horarios más reducidos que en el resto de ciudades se deja más que claro que no hay un problema de horarios extensos en la ciudad sino más bien lo contrario.
¿Y por qué cree que es una medida tan perseguida?
Es público y notorio que el Ayuntamiento no encuentra una respuesta eficiente al incivismo, los disturbios y el desorden público que normalmente se produce a altas horas de la madrugada y que no tiene nada que ver con hostelería y terrazas, entre otras cosas porque ya hace horas que están cerradas.
¿Y cómo se justifica?
A mi entender, el gobierno tergiversa los informes policiales, que mayoritariamente atribuyen las molestias que sufren algunos vecinos a los botellones, el incivismo, etc. De algún modo, Barcelona persigue a la restauración para desviar la atención frente a la inseguridad que no son capaces de resolver.
¿Es la hostelería un 'enemigo habitual' en Barcelona?
Sí lo es. Pero no son conscientes de que lo que hacen es pegarse un disparo al pie, porque al fin y al cabo cuando tú disparas a la hostelería lo que haces es atentar contra los intereses de Barcelona y de las muchísimas familias que viven de manera directa o indirectamente del sector y contra los usuarios que hacen uso de los bares y restaurantes cada día.
El recorte horario solo se ha dado en determinadas zona. ¿Cree que es la antesala a un recorte generalizado en toda la ciudad?
Más que mi creencia es una realidad. Empezaron explicando que era una intervención quirúrgica, a lo que ya nos opusimos porque desde un principio dijimos claramente que las terrazas no son el problema. Después ya apostaron por ampliarlo a distintas zonas gracias a los "defensores del modelo del toque de queda" –que son unos 40– y ahora ponen en peligro a toda la ciudad. Hay una pretensión de recortar todo aquello que siempre ha caracterizado al éxito barcelonés y esto es solo el principio.
¿Cómo cree que afectan las movilizaciones de los "defensores del toque de queda"?
Se les escucha demasiado, pues no dejan de tener una opinión –aunque legítima– tremendamente minoritaria, sin tener en cuenta las gravísimas consecuencias que sufriremos los barceloneses y la economía de la ciudad si no nos centramos en lo que nos tenemos que centrar.
¿En qué cree que nos tenemos que focalizar?
En luchar por las máximas posiciones en los principales rankings internacionales que es lo que de verdad produce riqueza, progreso y empleo a Barcelona.
¿Qué opinión trasladan los hosteleros al gremio? ¿Qué sentimiento predomina en el sector?
Hay una indignación enorme y una sensación de estar constantemente perseguidos por gobernantes que no tienen ni idea de lo que representa subir una persiana, pagar nóminas e impuestos. Es facilísimo tomar decisiones cuando no sufres esto. Pero el ente público no está aquí para eso, está para facilitar la vida y potenciar los sectores productivos y económicos de la ciudad. Hay indignación y cabreo, pero al final esta medida se va a estudiar en los juzgados.
¿Qué papel está ejerciendo el gremio en el proceso judicial?
En el gremio ya estamos representando a muchos operadores afectados, decidimos asumir toda la defensa jurídica de los agremiados hasta el final del procedimiento.
¿Qué esperáis de la resolución judicial?
Esperamos que vean que desde el Ayuntamiento no solo se han equivocado desde el punto de vista político -que es nuestra opinión- sino que además no tienen amparo jurídico para aplicar la reducción. Nosotros creemos que acabaran declarando la ilegalidad de la decisión. No obstante somos conscientes de que las compensaciones tras el juicio no serán inmediatas por la lentitud de la justicia.
¿Se ha ofrecido alguna indemnización a los locales afectados?
No. De hecho, el Ayuntamiento defiende que no hay deber de indemnización. Esto también lo decidirán los juzgados aunque la prioridad es cuestionar la legalidad de la decisión del consistorio.
¿Cree que la decisión afecta a todos los hosteleros de la ciudad?
Claro. Además de la voluntad de expandir el recorte horario, las afectaciones a una parte de los empresarios atenta contra todos los negocios del sector. Por ello, creemos que hay que seguir expresando disconformidad y dando una respuesta a la altura para frenar una medida que afecta a toda la hostelería barcelonesa.
Las cuatro distritos donde está la restricción horaria activa están gobernadas por los comunes. ¿Cree que es coincidencia o lo atribuye a una mayor obsesión o fijación con el tema por su parte?
Es una realidad que la limitación horaria no se ha aplicado en los distritos dirigidos por el PSC y han acertado en no disparar contra la hostelería porque no es el problema. No se si es táctica o nerviosismo electoral pero si que hay una obsesión entre los comunes.
Todavía hay otra restricción sobre la mesa, la prohibición de fumar en las terrazas. ¿Qué opina al respecto?
Esta medida ha estado sobre la mesa siempre, tanto en el Gobierno como en la Generalitat. Lo interpreto como una nueva prohibición que se quiere imponer como si hubiese un problema de convivencia que no hay.
¿Por qué cree que no es un problema?
No lo creo, lo evidencian los datos. Contamos con una encuesta de usuarios de terrazas de Barcelona, cuya opinión es la única que interesa en esta cuestión. En los datos encontramos que el 90% considera que la convivencia en las terrazas entre fumadores y no fumadores se produce de manera muy natural.
¿Cree que tendría muchos perjuicios en el funcionamiento de la hostelería?
Sí, de hecho, en una encuesta enfocada al sector, el 95% de los hosteleros se oponen claramente a la restricción del tabaco porque consideran que produciría muchos perjuicios al funcionamiento de la hostelería. Además, aseguran que es un tema que no genera ningún problema porque las terrazas son lugares de convivencia.
Otro de los problemas a los que se enfrentan las terrazas es el nuevo modelo urbanístico de la ciudad. ¿Cree que la superilla del Eixample, por ejemplo, perjudicará a la restauración?
Habrá que ver el resultado final. El tema principal es si se ha pensado la inclusión de las terrazas en la pacificación, que son imprescindibles en una zona que gana espacios de paseo. Espero que rectifiquen teniendo en cuenta otros espacios pacificados que parece que se hayan diseñado para impedir la instalación de terrazas.
¿Cómo por ejemplo?
Sant Antoni es una evidencia. Vemos como con la pacificación se ha producido un obstáculo para la instalación de terrazas cuando aquella zona habría ganado mucho más si las actividades de hostelería hubieran podido mejorar.
La reforma de otra de las principales calles de la ciudad, la Rambla, también está sobre la mesa. Aunque todavía queda bastante, ¿cuál es vuestra valoración del acuerdo de reforma?
El proyecto se ha formalizado sin dejar claro si la idea es conservar las terrazas en su dimensión actual. El tema aquí es que para mejorar la Rambla se deben respetar las terrazas que siempre han estado, sino no habrá una mejora. Yo la valoro como una reforma urbanística positiva si luego hay vida y se respeta a las terrazas, los quioscos y las floristerías.
Otro asunto que preocupa a muchos ciudadanos es el cierre de restaurantes 'de toda la vida'. ¿Cree que está habiendo una sangría de cierres históricos?
Creo que los históricos tienen más capacidad de funcionar en el sentido de que llaman más la atención y tienen más cariño acumulado pero es cierto que se enfrentan a circunstancias inevitables que en muchas ocasiones comporta el cierre. Que estos negocios bajen la persiana no significa que haya un mal profesional detrás, sino unas circunstancias que lamentablemente nos corresponde vivir.
¿Qué cree que hace falta para preservarlos?
Decir que sí. Siguiendo el ejemplo de las terrazas, cuando decimos que sí a instalar una ya estamos dando herramientas para que un negocio hostelero no cierre.
Las municipales están a la vuelta de la esquina. ¿Desde el Gremi consideran que hay algún partido que defiende más vuestros intereses?
Respetamos mucho a los hosteleros y nunca vamos a recomendar hacer o votar a nadie. Al final nosotros luchamos por entendernos con el gobierno que haya como lo hemos hecho en el pasado. Si no nos entendemos, nos enfrentaremos a ellos como también hemos hecho siempre que hemos detectado que se toman decisiones lesivas para el sector y para la ciudad. El alcalde o alcaldesa siempre tendrá la mano tendida para todos los acuerdos que favorezcan al sector de la hostelería y al conjunto de la economía de la ciudad.
A nivel personal... ¿te has planteado volver a la política de cara a mayo de 2023?
Ni me veo en política ni me dejo de ver. En estos momentos estoy muy comprometido con lo que hago cada día y mi posición actual es la de mantenerme en esta línea. El futuro no puedo predecirlo pero lo que sí que sé es que la función que hago a día de hoy me honra y la agradezco. Creo que la política no es patrimonio de los políticos y mi compromiso es muy fuerte con un conjunto de personas que sin el gremio serían mucho mas débiles ante los abusos del poder.