Desde el último tercio del siglo XIX, la fotografía iba en auge y muchos profesionales necesitaban espacios para desarrollar su profesión. Los más famosos serían los hermanos Napoleón, con la colaboración de Anaïs Tifón, que tuvieron su estudio en la Rambla, donde más tarde se haría célebre el frontón Colón. De Santiago Gambús sabemos que fue un buen hombre, casado con Francisca Vivó Mogas y padre de dos hijos. Amante de la fotografía, hizo de ella su modo de vida y la ejerció con total corrección y profesionalidad. De hecho, ha dejado como legado alguna imagen de interés documental del viejo Sant Martí, claro, aunque lo suyo fueron los retratos para bodas, bautizos y comuniones, además de grupos de familia. Vamos, el testimonio claro de cómo la fotografía se popularizó y se extendió también entre las clases menos pudientes.
Su trabajo era más modesto que el de los Napoleón… y su clientela, también. Quizá esta fue una razón de peso para instalar su vivienda y su taller en la frontera de la ciudad; allí donde la calle de Aragó se asomaba a una Meridiana en pañales, con el tren lanzando su negra humareda, el Rec Comtal en proceso de urbanización y la iglesia de Sant Martí de Provençals en primer plano.
Imagen de la Casa Taller Gambús
Hace poco más de un año que la casa taller Santiago Gambús fue restaurada. Es imposible pasar de largo sin reparar en la fachada color crema con detalles en gris y sus decoraciones de cerámica vidriada de color verde, a conjunto con la madera de puertas y ventanas. El edificio, construido entre 1913 y 1915 por el maestro de obras Joaquim Rivera i Cuadreny, es de estilo novecentista, según algunos documentos, o modernista tardío, según otros.
El caso es que ahora, con la Meridiana totalmente reformada en ese tramo, vuelve a lucir en todo su esplendor con sus balcones, esa atractiva decoración de cuadrículas bicolores y sus discretas cenefas. En la parte superior, destaca más que nunca la vidriera, donde Gambús instaló su estudio; es la cumbre estética de la finca desde que, en algún momento, desaparecieron las dos torrecitas originales que coronaban el edificio.
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