En la Baixada de Sant Miquel 8 se encuentra uno de los ejemplos más notables y mejor conservados de casa señorial urbana de la la Baja Edad Media: el Palau Centelles. Lluís de Centelles edificó este palacio a finales del siglo XV y principios del XVI sobre una casa anterior del siglo XIII.
Cuenta con tres fachadas a base de sillares de piedra de Montjuïc. La que da a la Baixada de Sant Miquel destaca por su portal ‘quinientista’ adovelado y sus ventanales con molduras tardogóticas. El patio interior, de planta rectangular, cuenta con una escalera cubierta que forma una galería. Fue construido entre los siglos XV-XVI, aunque el primer tramo de arcadas es un añadido del siglo XIX. También conserva algún trazo renacentista, como la decoración esculpida de la puerta de acceso al piso principal.
El Palau Centelles se construyó entre 1514 y 1517, cuando Lluís de Centelles, primo segundo del rey Joan II, compró las parcelas en torno a la finca que la familia poseía desde el siglo XIV. A principios del siglo XVIII, el propietario de la finca era Francesc de Blanes, que se había sumado al linaje de los Centelles-Carrós y adquirió un terraplén vecino para convertirlo en jardín elevado. Fue una época de importantes reformas que afectaron a las estancias y las últimas plantas.
SEDE FILARMÓNICA
A mediados de siglo XIX, después de un periodo de abandono, el palacio resurgió de de las cenizas. Un descendente de los condes de Centelles se casó con María Concepción Pignatelli, duquesa de Solferino. A partir de 1847, a instancias de la duquesa, la Casa Centelles acogió la sede de la Societat Filharmònica de Barcelona. Así, siguiendo un proyecto de reforma de Josep Oriol Mestres Esplugas, se construyó una sala de conciertos en el piso principal.
En 1863, se abrieron tres portales en la planta baja de la calle de los Gegants y sustituyó el jardín elevado por un edificio de cuatro pisos. En 1871 se añadieron nuevas estancias en la planta noble y se rehizo el tejado añadiendo una cornisa de arcos ciegos.
La Caixa compró el edificio en 1981 y se lo alquiló a la Generalitat, que alojó en él la sede del Consell Consultiu y el Institut d'Estudis Autonòmics. Seis años después pasó a ser de su propiedad.
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