En el número 41 de la calle de Ferran, entre tienda de souvenir y tienda de souvenir, resiste la Llibreria Sant Jordi, especializada en libros de arte, fotografía, diseño, ilustración y arquitectura. Hace ya algunos años, una desorbitada subida del alquiler amenazaba su existencia hasta que, en 2019, anunció su traslado inminente a una promoción de Bajos de Protección Oficial del Ayuntamiento (BPO) en la calle del Robador 43. De eso hace ya tres años, y la emblemática librería sigue en el mismo lugar que la vio nacer hace cuatro décadas.

Pues no hace tanto tiempo, dirán algunos. Pero es que la historia de este local se remonta mucho más atrás. La Llibreria Sant Jordi ocupa los bajos de la casa Joan Bernés, proyectada por Antonio Valls, en 1847. En 1931 Salvador Barrut figuraba como titular del local, que albergaba una tienda de abanicos y paraguas. Su hija traspasó el negocio en 1983 a Aurora Monroig y Josep Morales, los fundadores de la Llibreria Sant Jordi, regentada actualmente por el hijo de la pareja, Josep Morales Monroig.

REHABILITAR EL ESPACIO

Los nuevos inquilinos podrían haberlo tirado todo abajo, pero se ajustaba como un guante a la librería con la que soñaban, así que decidieron invertir en rehabilitar el espacio y conservar su esencia. Así fue como esos escasos 30 metros cuadrados de tienda (y otros 30 de almacén) se convirtieron en un pequeño rincón único en la ciudad con una atmósfera decimonónica en la que refugiarse.

Exterior de la librería Sant Jordi / INMA SANTOS

Su exterior es un mueble con estructura de madera adosado a la fachada y montado sobre un zócalo de mármol rosa. Dos vitrinas laterales enmarcan una pequeña zona a modo de vestíbulo con la puerta de entrada en el interior y el escaparate a su izquierda. Sobre esta estructura, destaca un cajón de madera moldurada.

DETALLES DEL INTERIOR

Aunque es el interior el que arrastra definitivamente a un viaje en el tiempo: una gran estructura ocupa todo el espacio con estantes de madera, coronados con un gran friso que sirve como pavimento a un pasillo alto, con una barandilla de madera con motivos geométricos y florales, y al que se accede desde la trastienda. Toda la carpintería está decorada con tallas de estilo clásico como volutas y modillones. Destacan, además, dos frontones con el relieve de una cabeza de león en cada uno que vigilan desde lo alto  cientos y cientos de libros de arte, fotografía y diseño.

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