La casa del ‘trencadís’ escondida en Sant Gervasi

Barcelona es una caja de sorpresas. Es difícil echar a andar y no encontrar algo que llame la atención: un detalle, una leyenda, un pasaje… o una casa. Sí, así, de repente, camino del CosmoCaixa, toda la atención se concentra en la espectacular casa que ocupa una esquina tranquila, en el cruce de la calle dels Dominics con Quatre Camins.

La remonta moderna ha alterado su fisonomía original, pero aun así, no puede negar su estilo modernista. Las fachadas son blancas con un zócalo, las aberturas ovaladas, excepto en la puerta que da a la calle dels Dominics y el balcón de la primera planta. Un cordón con unos nudos en forma de setas en las uniones resigue el perfil del coronamiento original de la casa, que hoy sostiene una moderna remonta.

OBRA DE EUSEBI CLIMENT

Pero lo que más llama la atención es su recargada ornamentación. Todas las molduras, cordones, cenefas y demás detalles están decorados con "trencadís" de cerámica de dibujos y colores variados, excepto el zócalo, que es blanco como los paramentos. Tampoco pasan desapercibidos los trabajos de hierro forjado, como los motivos florales de la puerta de entrada por la calle Quatre Camins, las barandillas de las ventanas y de los balcones.

Esta casa de 1914 es obra de Eusebi Climent y fue un encargo en el marco del proyecto de urbanización iniciado en 1911 por la única hija de Consolació de Moragas de Quintana, Marquesa de Moragas, tras la muerte de su madre (1904). Con este proyecto culminaba la urbanización de esta zona, iniciada por la propia marquesa en 1893, y que afectó a un pequeño cuadrado entre las actuales calles de Dominics, Vendrell, Jesús i Maria y Sant Liguori. Es decir, apenas 130 metros cuadrados del territorio total de Mas Vendrell, una finca adquirida años antes por la marquesa, y que se extendía desde la Torre de Bellasguard hasta la capilla de Betlén (donde actualmente está el Cosmocaixa) y desde la calle Pedralbes (hoy, Jesús i Maria) hasta el Torrent del Frare Negre (hoy, del Císter).

La hija de la marquesa vendió una parte de esos terrenos para la construcción del convento de Valldonzella y encargó la urbanización del resto de la zona, que se hizo siguiendo el gusto modernista de la época. Y para muestra, esta pequeña gran joya.

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