Barcelona es una ciudad vibrante, con gran cantidad de cosas por hacer. Sin embargo, puede llegar a ser abrumadora, por lo que no resulta extraño que muchos ciudadanos de la capital catalana pongan rumbo durante el fin de semana a los pueblos de las afueras del Área Metropolitana para lograr disfrutar del silencio y la calma e incluso fundirse con la naturaleza del interior catalán. Catalunya ofrece todo tipo de rutas y escapadas, pues tiene grandes planicies y escarpadas montañas, ríos caudalosos y apacibles lagos y manantiales.
Cuando uno intenta lograr esa calma, respirar un aire puro y deshacerse del estrés de lunes a viernes, poco mejor que escuchar el ruido del agua cayendo por una cascada. Y en concreto, en el Principado, hay una de las mejores de toda España, un rincón no particularmente conocido ni concurrido que se encuentra a escasos kilómetros de Ripoll. Se trata de la comúnmente conocida como la Cascada de las Brujas.
AGUA Y BOSQUE
En esta ruta, que arranca en Sant Joan de les Abadesses. Este lugar es conocido por el mito de ser el sitio donde se torturaba a las brujas --y ser uno de los lugares predilectos de estas místicas mujeres para realizar rituales--. Toda la ruta cuenta con varias fuentes de agua que provienen de afluentes de la riera de Malatosca, un afluente del río Ter, que terminan en cascadas y pozas (gorgs, por su traducción al catalán).
La ruta, que puede ser tan larga como el tiempo que se dedique a disfrutar de la misma, está no solo repleta de estas paradas de las que disfrutar de la helada agua de la sierra prepirenaica, sino que también está rodeada a ambos lados de frondoso bosque. Además, la temperatura ayuda a no ser pasto de los mosquitos.
Se puede disfrutar de la ruta contigua, la Via Verda del Ferro i el Carbó, a pie. El trayecto puede plantearse como una excursión en la que pasar la mañana y volver a los pueblos de los alrededores para disfrutar de la fabulosa carne de la sierra catalana.