El riesgo de incendio también es una realidad en Barcelona y depende, en gran parte, de lo que se conoce como 'regla de los 30'. La capital catalana, a pesar de ser una ciudad urbana y con poca masa boscosa, también se enfrenta al peligro de los fuegos forestales verano tras verano. En los últimos trece años se han registrado más de 450 incendios y cerca de 170 hectáreas han sido calcinadas únicamente en Collserola.
Estos desastres naturales, en su gran mayoría derivados de la acción humana, ennegrecen el llamado Pulmón barcelonés, y uno de los parques metropolitanos más grandes del mundo: el Parque Natural de la Sierra de Collserola.
DE UN FOCO CONTROLADO A UN INCENDIO DESVASTADOR
La 'regla de los 30' es una combinación específica de condiciones meteorológicas que aumenta el riesgo de propagación de los fuegos. Se refiere a tres variantes meteorológicas clave que, cuando se combinan, generan un escenario propicio para la rápida propagación de incendios: temperatura igual o superior a 30 grados, rachas de viento del orden --o superiores-- a 30 kilómetros por hora y humedad relativa del aire inferior al 30%.
Cuando estas tres condiciones se cumplen simultáneamente, el fuego encuentra un ambiente favorable para expandirse rápidamente y resulta difícil de controlar.
LA REGLA DE LOS 30 EN BARCELONA
En Barcelona, al igual que en otras regiones propensas a incendios forestales, la regla de los 30 puede ser un factor determinante en la propagación de los fuegos. Si estas condiciones meteorológicas del “30-30-30” son favorables y se suman otros factores, como una vegetación seca e inflamable, una superficie agreste y una topografía del terreno propicia, la situación puede volverse rápidamente peligrosa.
ANTECEDENTES PREOCUPANTES
Si bien es cierto que, por ahora, este verano no está siendo de los más devastadores, hemos tenido temporadas de incendios forestales que han arrasado la vegetación de este conjunto montañoso de la ciudad, poniendo en peligro, en algunos casos, aparte de los 14.000 barceloneses que viven dentro de Collserola o en áreas colindantes.
Uno de los peores años de incendios en la capital catalana fue en 2016, cuando 42 incendios (74 en toda el área metropolitana) acabaron con más de 35 hectáreas de vegetación quemada.
Sin embargo, este dato se queda corto si lo comparamos con el peor gran incendio que ha sufrido Barcelona en la historia reciente. Concretamente, se daba el año 1994, cuando dos fuegos simultáneos rodeaban la ciudad y en los que se llegaban a desalojar cerca de un centenar de viviendas. Ese mismo año un centenar de incendios desolaron Collserola, dejando 254 hectáreas quemadas, 4.454 en toda el área metropolitana.