Catalunya está llena de castillos medievales. El Principado, al que siglos atrás se le conoció como la Marca Hispánica por su función de cinturón de seguridad para impedir que los árabes cruzaran los Pirineos, ha dejado para la historia un gran número de fortificaciones que todavía coronan montes, riscos y montículos. Estas fortificaciones eran también refugio al que acudir cuando navíos piratas se aproximaban a la costa. No es de extrañar, por tanto, que a escasos minutos de Barcelona se puedan encontrar castillos medievales que se alzan imponentes y que puedes visitar.
CANET DE MAR
El Castillo de Santa Florentina, en Canet de Mar, es una imponente fortaleza medieval del siglo XI a 40 minutos de Barcelona. Esta fortificación comenzó siendo una villa romana fortificada que poco a poco se fue ampliando hasta convertirse en una de las fortificaciones más imponentes del país. Con el paso de los siglos, las sucesivas ampliaciones y reformas han convertido una villa en lo que es hoy en día, un palacio residencial con toques modernistas que corrieron a cargo del arquitecto Lluís Domènech i Montaner.
MONTJUÏC
Vigilando la propia capital catalana desde las alturas está el Castillo de Montjuïc. Durante la Guerra de los Segadores del año 1640, se construyó un recinto militar donde había una torre de vigilancia. A mediados del siglo XVIII, fue remodelado y se le dotó del aspecto que conserva hasta hoy. Durante el siglo XX, el castillo fue cambiando de función, pasando de prisión militar a museo de armas. Actualmente está abierto al público y cuenta con una amplia agenda de eventos.
CASTELLDEFELS
Pocos lo saben, pero en Castelldefels no sólo hay playa, sino que también hay un castillo que se sitúa en la franja costera entre el macizo del Garraf y Barcelona. Durante siglos, la fortaleza sirvió para el control territorial y defensivo de la localidad ante las invasiones árabes y, posteriormente, los ataques de piratas berberiscos. La parte más antigua es una iglesia que data del siglo X y está construida sobre restos ibéricos y romanos. En el año 1897, el edificio fue rehabilitado y, años después, durante la Guerra Civil, fue utilizado como centro de instrucción militar y en prisión de desertores, como muchos de los castillos. En la actualidad, se pueden visitar sus estancias y disfrutar de unas maravillosas vistas del entorno desde sus terrazas.