En el número 13 de la calle Sombrerers, frente a la entrada lateral de Santa Maria del Mar, se levanta un antiguo edificio, remodelado hacia 1900, cuyos bajos ocupa actualmente el restaurante Petra. Su carta es un regalo para el paladar (totalmente recomendable) y el local, un recreo para la vista.
En el exterior, llaman la atención sus cristaleras de colores con cibas –esas piezas redondas de vidrio traslúcido que se utilizan en las vidrieras artesanales— y cristales al ácido que decoran sus puertas y ventanas. En su interior, es inevitable quedar atrapado en los hipnóticos arrimaderos con mosaicos de teselas de cerámica esmaltada y de vidrio. Se trata de una serie de plafones que se suceden uno tras otro con una cenefa de color ocre delineada de granate, y en el centro de cada uno, un medallón azul ovalado de donde salen elementos vegetales acabados en volutas de color ocre. La parte superior a la cenefa es de fondo azul claro mientras que la parte inferior es una cuadrícula amarilla sobre fondo ocre.
PEQUEÑO TESORO MODERNISTA
No paséis de largo, admiradlo, porque tanto las vidrieras como esos fantásticos arrimaderos son un pequeño tesoro modernista con una historia qué contar. Resulta que estos elementos fueron diseñados por el Manuel J. Raspall expresamente para decorar la famosa fábrica y chocolatería Arumí de Vic (Osona), en 1916. Cómo llegaron hasta este restaurante del Born, en Barcelona, sigue siendo un misterio, pero la casualidad quiso que Francesc Arumí, nieto del fundador de la fàbrica de xocolata Arumí (1872) diera con ellos por azar y los identificara como los elementos originales que decoraban el histórico comedor de la chocolatería de sus abuelos.
Lo cierto es que antes de que Sam y Joan cogieran el timón y abrieran el Petra, manteniendo e integrando la decoración que les vino dada como parte de su estilo personal, el local había pasado por varias manos. De hecho, la historia del establecimiento arrancó con la apertura del restaurante Carpanta, en 1975. Y aquí podría estar la explicación al misterio, ya que ese mismo año, la familia Arumí desmanteló la chocolatería de la calle Riera de Vic. La hipótesis que explicaría el largo viaje de los elementos modernistas desde Vic a este rincón del Born apunta a que los propietarios del Carpanta equiparon el local con mobiliario y piezas adquiridas en el mercado de viejo de los Encants. Como en aquella canción de Sabina y Serrat… “Es caprichoso el azar /No te busqué /Ni me viniste a buscar”.
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