Barcelona tiene un edificio modernista que estuvo abandonado durante años y ha reabierto sus puertas. Se trata del Hivernacle de la Ciutadella, situado en el corazón de la ciudad.
Este invernadero, construido a finales del siglo XIX, fue diseñado por el arquitecto Josep Amargós i Samaranch. Su propósito original era servir como un espacio para el cultivo y la exhibición de plantas exóticas traídas de diferentes partes del mundo durante la época colonial.
Con una arquitectura de estilo neoclásico y elementos modernistas, el Hivernacle rápidamente se convirtió en un símbolo de innovación y progreso en la ciudad. Sus techos altos y su diseño de hierro y vidrio proporcionaban un entorno ideal para el crecimiento de una amplia variedad de plantas, incluyendo especies tropicales y subtropicales.
UN CENTRO DE INTERÉS PARA BOTÁNICOS
Durante décadas, el Hivernacle fue un centro de interés para botánicos, amantes de la naturaleza y curiosos visitantes. Además de ser un lugar para la conservación de plantas exóticas, también se utilizó como espacio para eventos culturales y exposiciones relacionadas con la botánica y la naturaleza. La combinación de su valor histórico, arquitectónico y botánico lo convirtió en un punto de referencia en Barcelona.
A medida que pasaban los años, el mantenimiento de esta estructura histórica se volvió cada vez más costoso y complejo. Los cambios en las regulaciones de seguridad y las dificultades para adaptar el edificio a los estándares modernos contribuyeron a su declive. La estructura comenzó a experimentar problemas estructurales y de conservación que requerían una inversión significativa para su restauración y renovación.
A pesar de los esfuerzos por mantenerlo en funcionamiento, el Hivernacle de la Ciutadella cerró sus puertas hace 14 años. El cierre se atribuyó a la necesidad de llevar a cabo trabajos extensos de restauración para preservar tanto la estructura arquitectónica como su función como espacio botánico.
EL CIERRE DEL HIVERNACLE
El cierre del Hivernacle fue recibido con nostalgia por parte de los residentes y visitantes de Barcelona, ya que este lugar había sido durante mucho tiempo un punto de referencia cultural y natural en la ciudad. Sin embargo, a pesar del cierre, hubo planes y discusiones sobre posibles proyectos de restauración y renovación para devolver este icónico invernadero a su antigua gloria. Estos proyectos buscaban encontrar formas sostenibles de preservar la estructura mientras se adaptaba a las necesidades contemporáneas.
El Hivernacle de la Ciutadella sigue siendo una parte integral de la historia de Barcelona y, recientemente, ha vuelto a abrir sus puertas para impulsar un nodo de ciencia, investigación y conocimiento: está abierto a todo el público y la reforma ha costado 2,5 millones de euros.