Como bien sabemos, las capitales mediterráneas como Barcelona suelen tener un clima más bien templado, con valores térmicos suaves durante los inviernos, y un calor húmedo y sofocante en verano.

Sin embargo, y a pesar de que nuestro clima suele estar fuertemente influenciado por dorsales de altas presiones, hay episodios en los que la calma anticiclónica da paso al movimiento de borrascas e irrupciones de masas de aire muy frío en altura que nos dejan un ambiente gélido durante días.

En el otro extremo latitudinal, a miles de kilómetros de la península, y en pleno círculo polar ártico, encontramos un complejo sistema atmosférico que se sitúa en plena estratosfera, entre los 15 y los 50 km de altitud: el vórtice polar.

Imagen de los vientos del vórtice polar METEOCIEL

Pero, ¿qué tiene que ver el vórtice polar con el tiempo en Barcelona?

LA INFLUENCIA DEL VÓRTICE 

Como hemos dicho en alguna ocasión, la atmósfera es un rompecabezas de múltiples factores de escala muy diversa; desde la influencia de grandes mares y océanos en la génesis de profundas borrascas, hasta aspectos orográficos de ámbito mesoescalar que desembocan en fenómenos muy locales, como es el caso del rebuf en la costa barcelonesa.

Una de estas piezas que vertebran el clima del hemisferio norte durante los meses de frío es el vórtice polar, un gran ciclón que se instala sobre el Polo Norte cada invierno. Se genera, en esencia, gracias a la falta de radiación solar, almacenando temperaturas extremadamente frías protegidas por unos fuertes vientos estratosféricos a su alrededor.

VÓRTICES FORTALECIDOS O DEBILITADOS 

En condiciones estables, los vientos que conforman ese vórtice polar, y que funcionan como frontera separando el frío almacenado en el polo del resto de masas de aire más templadas, mantienen un ciclón de forma circular y con poca variación geográfica. Es entonces cuando hablamos de un vórtice fortalecido. Esto implica una situación de buen tiempo, sol, temperaturas por encima de la media durante el día y estabilidad atmosférica en la capital catalana.

No obstante, cuando hablamos de un vórtice polar debilitado, nos lo debemos imaginar como una peonza que, después de haber girado uniformemente, empieza a tambalearse de forma anárquica. En estos movimientos renqueantes, el ciclón, en su inicio circularmente estable, va adquiriendo ondulaciones en su perímetro que también hacen disminuir la velocidad de los vientos que lo protegen y, por ende, permite que el aire más templado que se encontraba al otro lado del vórtice, pueda entrar generando un aumento de la temperatura en su interior.

Imagen del vórtice polar fuerte y debilitado (imagen didáctica) NOAA

Cuando la temperatura del vórtice aumenta desmesuradamente, o incluso hay una división del ciclón en dos, generada por la intrusión de una masa cálida, tal y como vemos en la siguiente imagen, hablamos entonces de un CSE (Calentamiento Súbito Estratosférico) o, en inglés, SSW (Sudden Stratospheric Warming).

ASÍ PUEDE AFECTAR EN BARCELONA

En el momento en el que se produce un calentamiento de este tipo, el aire gélido situado sobre el polo, se tambalea hacia latitudes medias y bajas, como la nuestra, favoreciendo olas de frío polar y, en función del recorrido de las mismas, permitiendo nevadas a cotas muy bajas.

Por poner un ejemplo, la nevada de marzo de 2010 en Barcelona se produjo gracias, entre otros factores, a un debilitamiento repentino del vórtice. No es un evento que siempre tenga como consecuencia una irrupción fría en nuestra geografía, es decir, no siempre que haya un vórtice polar débil, habrá una entrada de masas de aire frío, aunque sí aumenta su probabilidad.

Gráfica de la temperatura estratosférica en 2010 NOAA