En esta era digital, es difícil encontrar a alguien que no esté constantemente adosado a su teléfono móvil. Tanto si es para hacer llamadas o gestionar agendas, para interactuar en redes sociales o para acceder a cualquier tipo de información, estos dispositivos se han vuelto imprescindibles en la vida cotidiana de cualquier persona. Sin embargo, con este sometimiento al móvil se corre el peligro de que una simple dependencia de ellos cruce la peligrosa línea que le separa de una adicción.

Es indudable que los smartphones han supuesto una auténtica revolución y han mejorado la calidad de vida. Según estudios recientes, publicados en la agencia de marketing y comunicación ‘We Are Social’, las personas dedican un promedio tres horas diarias al uso de los teléfonos móviles. 

¿En qué consiste la nomofobia?

La nomofobia, un término acuñado en 2009 en el Reino Unido ("no-mobile-phone-phobia"), se refiere al miedo irracional a estar sin teléfono móvil. Esta supeditación genera una infundada sensación de incomunicación y malestar emocional cuando alguien se ve privado temporalmente de su dispositivo.

Sus múltiples aplicaciones, que van mucho más allá de conversaciones telefónicas, generan un uso constante e intensivo cada día. De ahí que la frontera que separa el poder disponer de un dispositivo que ayuda a hacer las cosas de tener la necesidad de estar constantemente utilizándolo es, en ocasiones, muy fina.  No se debe confundir, sin embargo, la dependencia con la adicción, ya que uno puede ser dependiente del móvil, pero no adicto. 

La importancia de un buen entorno familiar

“En realidad, cuando se habla de nomofobia, nos referimos a la adicción a las aplicaciones, pues unas tienen mayor potencial adictivo que otras. Generalmente, la adicción se da a redes sociales o mensajería instantánea, y no tanto a aplicaciones del tiempo, de salud o de transporte”, aclara Rocío Rosés, psicóloga clínica, directora del Hospital de Día Infanto-Juvenil del Hospital Universitari Sagrat Cor.

Este escenario de sobreexposición a las pantallas, y el hecho de que los adolescentes hayan nacido en plena era digital, es una de las principales causas de la dependencia inicial al móvil. Una adecuada educación y un buen entorno familiar son imprescindibles y actúan como factores protectores de cara a una futura adicción.

“Esta dependencia comienza cada vez a edades más tempranas, entre los 10 y los 14 años , con niños de tan solo dos o tres años que ya se familiarizan con estos dispositivos tan comunes en esta era digital, explica la psicóloga.

Rocío Rosés, psicóloga clínica, directora del Hospital de Día Infanto-Juvenil del Hospital Universitari Sagrat Cor. CEDIDA

Atención a los síntomas

Ante estas preocupantes consecuencias, es fundamental buscar ayuda psicológica para tratar la adicción al móvil y evitar mayores complicaciones en el futuro. Sobre todo, si la sobreexposición a las pantallas llega a causar problemas de autoestima, falta de aceptación personal y generar poca tolerancia a la frustración.

Los síntomas de la adicción al móvil incluyen ansiedad excesiva por no poder usar el dispositivo, afectación de las rutinas y relaciones interpersonales, entre otros. Es muy importante prestar atención a estas señales, especialmente en los adolescentes, quienes son más susceptibles a desarrollar esta adicción.

“Las pantallas, o las aplicaciones potencialmente adictivas, presentan múltiples inputs de forma ultra rápida y constante, algo que provoca una sobreestimulación dopaminérgica continua en el cerebro, que se acostumbra a ella y hace que el mundo natural resulte aburrido, porque no hay suficientes estímulos”, detalla la doctora Rosés.

“Los niños sobreexpuestos a pantallas tienen más irritabilidad, menos paciencia y toleran menos la espera, porque los procesos atencionales y del aprendizaje han quedado afectados. A nivel emocional, también hay consecuencias, pues el cerebro entiende que mirar el móvil alivia el aburrimiento y causa después muchas dificultades para tolerar el malestar, la negativa o las rutinas. Como en cualquier adicción, con el tiempo se genera tolerancia, y los estímulos que estimulaban en un principio dejan de hacerlo después, necesitando mayores dosis para sentir los mismos efectos placenteros” advierte la doctora Rosés.

Atención a las señales

La sobreestimulación constante que proviene de las pantallas puede afectar la salud mental y emocional, causando irritabilidad, falta de paciencia y problemas de aprendizaje. Con el tiempo, el cerebro se acostumbra a esta sobreestimulación, lo que puede predisponer a problemas de ansiedad y autoestima en el futuro.

Algunas de las señales a las que se recomienda estar atento, especialmente en los adolescentes, son:

Síntomas

Revisar el móvil de manera compulsiva para comprobar las notificaciones.

Mostrar enfado excesivo si se queda sin wifi, o si se le limita el uso del teléfono.

Dormir con el dispositivo muy cerca, incluso dentro de la cama o debajo de la almohada.

Malestar por no poder consultarlo de forma constante.

Ponerse nervioso cuando alguien no contesta a un mensaje.

Llevar encima cargadores portátiles cuando salen a la calle por miedo a quedarse sin batería.

Presentar insomnio, pues la ansiedad constante de revisar el teléfono no deja a la persona descansar bien.

Bajo rendimiento escolar.

No poder disfrutar del tiempo de ocio sin tener el móvil en la mano.

Problemas de socialización.

Hiperdependencia

Si en las situaciones anteriores hay que prestar especial atención, hay que ponerse en máxima alerta cuando aparece miedo o ansiedad excesiva e irracional por no poder usar el móvil. Normalmente, la persona reconoce que su miedo o angustia son desproporcionados pero las rutinas o las relaciones interpersonales se ven afectadas.

En todos los casos comentados anteriormente, se recomienda consultar con un psicólogo o psiquiatra para evaluar cada caso de manera personalizada y valorar la necesidad de realizar un tratamiento para dicha adicción. No hay que olvidar que en muchos casos las adicciones serán comórbidas a otras patologías (especialmente ansiedad y depresión) por lo que hay que tratarlas a la mayor brevedad posible.

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