Los layetanos, una civilización íbera floreciente, se establecieron en Barcelona alrededor de los siglos VI a.C. y II a.C. Su presencia dejó una marca indeleble en la identidad de la ciudad, y la Via Laietana es un recordatorio de sus antiguos dominios.
Este pueblo ancestral, conocido por sus habilidades en la caza, la pesca y la agricultura, forjó una sociedad en armonía con la tierra que cultivaban y los mares que exploraban. Las huellas de su presencia resuenan a lo largo de los siglos, y la Via Laietana se erige como un tributo moderno a estos primeros habitantes.
Los orígenes de la Via Laietana
Los orígenes de la Via Laietana se remontan al siglo XIX, cuando Barcelona experimentaba un auge económico e industrial. La necesidad de una conexión eficiente entre el centro histórico y los nuevos barrios en expansión llevó a la planificación de esta arteria urbana. En un gesto que fusiona el pasado y el presente, se eligió el nombre "Laietana" para honrar a los layetanos, los guardianes originales de estas tierras.
Las fachadas elegantes de los edificios contemporáneos contrastan con la idea de un tiempo donde los layetanos comerciaban en estos mismos suelos, intercambiando los frutos de sus cosechas y las capturas de sus incursiones marítimas.
La Vía Laietana no solo es un testimonio físico del pasado, sino también un lugar donde la cultura y la historia convergen. Eventos culturales, exposiciones y celebraciones en la avenida sirven como recordatorios vivos de la herencia que Barcelona comparte con los layetanos.