La calle de Barcelona que solo tiene un número: la más pequeña de la ciudad
Sobre ella pesa una leyenda sobre una joven muy bella que desapareció
7 junio, 2024 19:17Barcelona es una ciudad muy variada. Con cerca de 5.000 calles, tiene todo tipo de vías públicas: calles, callejones, planos, plazas, placetas, paseos, avenidas, vías, rondas, pasos... Frente a la cuadrícula octogonal y casi uniforme del pla Cerdà del Eixample, la parte más antigua de la ciudad es una encrucijada de calles en las que uno puede perderse mientras vuelve siglos atrás.
En el corazón del Gòtic se encuentra una peculiar vía, conocida por ser la más pequeña y estrecha de la ciudad. Encierra en su corta extensión siglos de historia y un encanto especial que no deja indiferente a quienes la visitan. Con unos pocos metros de longitud y una anchura que apenas permite el paso de una persona a la vez, esta calle es un testimonio de la Barcelona medieval.
La más estrecha y con sólo un número
Se trata de la calle de l'Anisadeta, un término antiguo que se refiere a una pequeña medida de anís, una bebida alcohólica popular en tiempos pasados. Según la tradición, en esta calle se solía vender este licor en pequeños puestos, lo que dio origen a su pintoresca denominación. Es un pequeño rincón de no mucho más de cinco metros de longitud que solo tiene un número, el 5, aunque no tiene ningún portal. Se encuentra al lado de la plaza de Santa Maria del Mar, donde se erige la popular y literaria catedral barcelonesa.
Una leyenda
Sin embargo, sobre esta calle también pesa una leyenda. Se dice que allí tenía su paradita una joven muy bella en la que vendía productos elaborados con esta planta a los pescadores del barrio. De tan bonita que era, todos estaban enamorados de ella y le proponían matrimonio hasta que un día desapareció. A partir de aquí, nacen las especulaciones. Unos dicen que la joven desapareció, harta de rechazar a los pescadores. Otros, por otro lado, creen que algún pescador la secuestró y desapareció con ella.
Lo que no es un secreto es que pasear por la calle de l'Anisadeta es como viajar en el tiempo. Las estrechas paredes de piedra, los adoquines desgastados y las fachadas históricas cuentan historias de épocas en que Barcelona era una ciudad amurallada llena de callejones laberínticos y rincones secretos.