La estación de metro de Plaza de Espanya de la línea 1 (roja) no solo es una de las más concurridas de Barcelona, sino también la primera en entrar en funcionamiento, marcando el inicio de una vasta red subterránea que hoy conecta la ciudad de punta a punta. Esta emblemática estación, que ha sido testigo de casi un siglo de transformaciones urbanas y sociales, comenzó a gestarse en el año 1922, cuando el Ayuntamiento de Barcelona aprobó la ejecución de las obras del tramo de la línea que conectaría La Bordeta con Catalunya.
El inicio de las obras fue un evento de gran magnitud, presidido por el propio rey Alfonso XIII, quien colocó la primera piedra de lo que se convertiría en un hito del transporte público barcelonés. La construcción de esta línea no solo facilitó la movilidad urbana, sino que también simbolizó el avance y la modernización de la ciudad en una época de cambios significativos.
En el año 1929, la plaza de Espanya fue proyectada como puerta de entrada para la Exposición Universal, consolidando su papel como un importante nexo de unión en la ciudad. Esta planificación la convirtió en un punto neurálgico, conectando áreas clave como el barrio de Sants, la Gran Vía, el Paral·lel y el parque de Montjuïc.
La estación de metro, estratégicamente ubicada en este punto, no solo facilitaba el acceso a la exposición, sino que también promovía el desarrollo y la interconexión de estos barrios y zonas.
Casi un siglo de historia
Durante sus 98 años de historia, ha sido testigo de innumerables eventos y ha jugado un papel crucial en el día a día de millones de barceloneses.