Barcelona no solo es conocida por su arquitectura y su cultura, sino también por su gastronomía. Entre sus calles se encuentran algunos de los restaurantes más antiguos de la ciudad, que han resistido el paso del tiempo y continúan ofreciendo experiencias culinarias excepcionales. A continuación, presentamos cinco de estos establecimientos históricos que han superado el centenario y siguen en funcionamiento.
Can Culleretes
Fundado en 1786, Can Culleretes es el restaurante más antiguo de Barcelona y de toda Catalunya. Se encuentra en la calle de Quintana número 5. En 1958, Sisco Agut y Sussi Manubens tomaron las riendas del restaurante, que en aquel entonces estaba algo descuidado y conocido por sus menús económicos. Con el tiempo, se dieron cuenta de que “muy barato y muy bien no puede ser”, y trabajaron arduamente para mejorar la calidad sin comprometer la accesibilidad. Hoy en día, Can Culleretes es un referente de la cocina tradicional catalana, famoso por su ambiente acogedor y su compromiso con la autenticidad y la historia.
Los Caracoles
Establecido en 1835, Los Caracoles es otro pilar de la gastronomía barcelonesa. Este restaurante ha sido gestionado por la misma familia durante cinco generaciones, transmitiendo de padres a hijos no solo el negocio, sino también las recetas y la pasión por la cocina. Conocido por sus platos tradicionales, Los Caracoles ofrece una experiencia culinaria que evoca el pasado mientras se mantiene relevante en el presente. Situado en la calle de Escudellers número 14, es un lugar donde la historia y la cocina se encuentran, atrayendo tanto a vecinos como a turistas que buscan un auténtico sabor de Barcelona.
7 Portes
El emblemático Restaurante 7 Portes abrió sus puertas en 1836, y desde entonces ha sido un referente de la restauración en la ciudad. Ubicado en el Paseo de Isabel II número 14, este establecimiento ofrece un amplio recorrido por la cocina tradicional catalana y mediterránea. Con 187 años de historia, 7 Portes se ha consolidado como un baluarte de la gastronomía, combinando productos locales con influencias internacionales para crear una cocina natural, generosa y actualizada. Su reputación está respaldada por la longevidad y la calidad constante, haciendo de cada visita una experiencia memorable.
Can Ramonet
Ubicado en la calle de la Maquinista número 17 --en el corazón de la Barceloneta-- el restaurante Can Ramonet es la taberna más antigua de este pintoresco barrio marítimo. Fundado en 1753, Can Ramonet ha evolucionado a lo largo de los siglos, pero ha mantenido su esencia mediterránea. Con un enfoque en la comida fresca y los sabores auténticos, este restaurante es famoso por sus platos de mariscos y pescados, así como por su ambiente familiar y acogedor. Can Ramonet es un testimonio viviente de la historia culinaria de Barcelona, ofreciendo a sus comensales una experiencia que combina el sabor del mar con la tradición local.
Casa Almirall
Fundada en 1860, Casa Almirall es otro de los establecimientos más antiguos de Barcelona que ha superado la barrera del siglo. Ubicada en la calle Joaquín Costa 33 --en el barrio del Raval-- es un bar con una historia y un ambiente que transporta a sus visitantes a una época pasada. Famoso por su interior modernista, con una barra de mármol y detalles de madera tallada, este lugar es un refugio para aquellos que buscan disfrutar de una bebida en un entorno cargado de historia. Además de su selección de vermuts y cócteles, Casa Almirall ofrece una experiencia cultural única que refleja la esencia y la evolución de Barcelona a lo largo de más de 160 años.
Can Pineda
Establecido en 1904, Can Pineda es un restaurante con una rica historia que comienza como una bodega en la calle de Sant Joan de Malta 55, en el barrio del Clot. Originalmente, este lugar servía como un punto de venta de vino, ofreciendo generosas cantidades a los vecinos de la zona. En aquellos tiempos, Can Pineda estaba rodeado de industrias y se dedicaba principalmente a servir comidas para los trabajadores de la zona. La tradición de vender vino se mantenía viva mediante la práctica de colocar una rama de pino en la entrada del establecimiento cuando recibían vino nuevo de los campesinos, de ahí el nombre del restaurante.
Estos restaurantes no solo han sobrevivido más de un siglo, sino que han prosperado, manteniendo viva la tradición culinaria de Barcelona. Cada uno de ellos cuenta una historia única, reflejando la evolución de la ciudad y su cultura gastronómica. Visitar estos establecimientos es más que una comida; es un viaje a través del tiempo y una celebración de la resiliencia y la pasión por la cocina.