Reina Amalia y el Raval: historia penitenciaria en Barcelona con nombre de mujer
- La plaza de Folch i Torres encierra entre sus cuatro esquinas los dramas de cientos de mujeres que pasaron por la “presó vella” y pagaron sus “errores” con castigo, tortura y explotación
La calle Reina Amalia lleva a la plaza Folch i Torres. No siempre fue el espacio amplio aunque algo cementoso que actualmente es. Los más mayores se sientan al sol en alguno de los bancos mientras los adolescentes (y no tan adolescentes) juegan a basket y los más pequeños corretean ajenos al poso de historia que se acumula bajo sus pies. En un rinconcito, una pequeña placa recuerda que allí hubo por este orden, un convento y una cárcel, y no una cualquiera, sino la conocida como presó vella.
Pocas veces se recuerda esta antigua prisión y en esas ocasiones suele ser sobre todo por algunos de sus ajusticiados más populares (o impopulares, según se mire) como Santiago Salvador, el anarquista del Liceu, o los asesinos Isidoro Mompart y Aniceto Peinador. Este último, sin saberlo, sirvió de modelo a Ramon Casas para uno de su cuadros titulado El garrote vil.
Reina Amalia, con unas 287 celdas, recibió su nombre en honor a la reina consorte Amalia de Sajonia, esposa del rey Fernando VII. Diseñada inicialmente para albergar tanto a hombres como mujeres, entró en funcionamiento en 1838, y no tardó en convertirse en un símbolo de la degradación del sistema penitenciario.
Uno de los aspectos más destacados de la prisión Reina Amalia fue su sección femenina a partir de 1904, cuando con la inauguración de la Modelo, los reclusos masculinos pasaron al nuevo centro, y la antigua cárcel se reservó exclusivamente para las mujeres. Encarceladas por prostitución, abandono del hogar o robo, pero también por ideología, las duras condiciones, el hacinamiento, los abusos, la explotación y los malos tratos, fueron en aumento.
Antiguo convento
Es curioso el protagonismo de la mujer en este espacio que hoy ocupa la plaza, ya que lo primero que hubo aquí, antes de la cárcel, fue un convento para mujeres arrepentidas de pecados como la prostitución o el abandono del hogar… Una historia breve que duró apenas dos años desde 1833 a 1835, lo que tardó el centro en caer como una víctima más de la quema de conventos.
La historia de esta insalubre prisión acabó el 19 de julio de 1936 con la liberación de las reclusas y el posterior derribo del penal, promovido por la agrupación libertaria Mujeres Libres, una vez establecido como nuevo presidio femenino el asilo del Bon Consell en Les Corts. Sí, justo donde ahora se levanta el Corte Inglés, aunque ese es otro capítulo.