El talento a veces se encuentra subyacente, carente de herramientas, apoyo y visibilidad. Otras veces obtiene reconocimiento y esperanza, como sucede en los Juegos Olímpicos, donde miles de deportistas pueden mostrar al mundo su esfuerzo y tenacidad de forma intrépida. Pese a que todos conocen este evento multideportivo, pocos saben que la informática también tiene sus propios Juegos Olímpicos.
Fundada en 1988 por la UNESCO y destinada a alumnos preuniversitarios, la Olimpiada Informática Internacional es la competición de programación informática individual más importante del mundo. Cada año, los integrantes de la selección española se eligen a partir de los resultados de la Olimpiada Informática Española (OIE).
En esta última edición celebrada en Alejandría (Egipto) este septiembre, el barcelonés Alejandro Vivero (17 años) se proclamó ganador, frente a 370 concursantes de 96 países. Una victoria que consigue elevar el talento en pensamiento computacional de la juventud española, que pese a ser "palpable", a juicio de Jacobo Vilella, organizador de la (OIE), "queda oculto en un sistema educativo que dificulta descubrirlo e impulsarlo".
Recompensa tras varios intentos
En conversación con Metrópoli, Alejandro celebra el "esfuerzo" que le ha llevado más de 30 horas semanales de preparación y tres participaciones en la Olimpiada Informática Española, hasta conseguir la medalla de oro en la competencia internacional. "He dedicado tres años a esto, y es muy satisfactorio ver que todo ha valido la pena", comenta.
Su interés por la informática surgió al darse cuenta de que las clases en su instituto no le ofrecían lo que buscaba. "Quería aprender a programar y me gustaba competir, y la Olimpiada Informática me permitía cumplir con ambas aspiraciones", explica. "Cuando vi que ofrecían cursos gratuitos para prepararme, no dudé en lanzarme", añade.
Desde entonces, empezó a prepararse utilizando diversos recursos. "Busqué información sobre algoritmos, materiales para aprenderlos, estructuras de datos, y luego me enfoqué en páginas web y entrenamientos que organizaba la Olimpiada Informática". Así, poco a poco, fue practicando y mejorando su intuición, razonamiento y la capacidad de resolver problemas.
La unión hace la fuerza
La dedicación que Alejandro puso en su preparación le permitió mejorar cada año su habilidad para resolver problemas en las competiciones. Sin embargo, afirma que lo que realmente lo llevó a ganar el oro fue el trabajo en equipo. "Logré formar un grupo de amigos con los que nos reuníamos para practicar juntos. Esto fue clave para mí, ya que aprender con otros, en lugar de hacerlo solo, me motivó a superarme y convirtió el proceso de formación en algo más ameno y divertido".
Muchos de estos amigos son con los que ahora cursa el doble grado universitario de matemáticas y ciencia de datos. Y aunque ya no podrá competir en las próximas Olimpiadas, le gustaría ser organizador y dar clases de programación competitiva a los nuevos participantes de forma voluntaria. "Me gustaría ayudar a los nuevos chicos a que puedan tener una experiencia tan reconfortante como la mía", expresa.
Romper con el miedo inicial
Alejandro es consiente de la cruda realidad de la Olimpiada Informática. "Tiene poca visibilidad, hay muy pocas personas que quieran participar porque piensan que es poco accesible desde fuera", expone a este medio. Sin embargo, el universitario asegura que es necesario romper con este miedo inicial de no "ser capaz" o "pensar que tienes que ser un genio para concursar", subraya.
"Mucha gente igual comienza a formarse, pero a la que no les sale un problema lo dejan. Al final es cuestión de esfuerzo y romper con las barreras mentales que te impiden seguir intentándolo", argumenta.
Pocos incentivos
La falta de incentivos es otro factor que explica el bajo interés en participar. "Para la cantidad de esfuerzo y la dificultad que implica, los beneficios son muy pocos", comenta. "Como hay poca gente involucrada, también hay pocas empresas interesadas a nivel nacional. Sin embargo, a nivel internacional, sí existen más incentivos".
Alejandro asegura que Georgia o Rumanía "son países que pese no estar en el pico tecnológico como China o Estado Unidos, cuentan con escuelas dedicadas específicamente a la formación de Olimpiadas" y los gobiernos también otorgan "gran importancia a la representación del país en estas competiciones".
En España, sin embargo, esto no ocurre, y el estudiante lamenta esta realidad, considerando la relevancia de la informática para la sociedad. Según su opinión, es una oportunidad perdida, ya que este interés no logra proyectarse a nivel nacional debido a la falta de visibilidad y apoyo.
Talento informático joven
Jacobo Vilella, el organizador de la Olimpiada Informática Española, explica que a las escuelas les resulta "muy difícil encontrar informáticos para impartir clases, al ser la docencia poco competitiva respecto a otras ofertas laborales del sector".
Y en este sentido, la Olimpiada lo que busca precisamente es educar y no tanto competir. "Es la motivación y excusa para crear una comunidad de jóvenes programadores, para que tengan deseo por aprender y llegar más lejos", explica Vilella. "Este continuado esfuerzo para crear talento informático joven es clave para dar a nuestra juventud oportunidades de destacar en el futuro a nivel mundial y para mantener competitivo al país, ya no en el futuro, sino en el presente", concluye.