Las relaciones que se establecen entre las personas suelen tomar rumbos muy dispares dependiendo de las circunstancias que vivan y de las características de las mismas. Así pues, una amistad que empieza a las mil maravillas puede acabar rompiéndose por muchos motivos y, de igual manera, es posible que una pareja de individuos que no se soportan pasen a ser íntimos e inseparables. Estos cambios tan radicales son más comunes de lo que creemos y a menudo ocurren de un modo tan fortuito como en la propuesta a la que nos referimos a continuación, donde basta un inocente giro del destino para comprobarlo.
Aparentemente, los protagonistas de Planta 57 no tienen nada en común. Él se dedicaba al waterpolo y ella trabaja de limpiadora en las oficinas en las que coinciden. No obstante, cuando el ascensor del edificio se estropea, el incidente les obliga a permanecer unidos durante un periodo de tiempo indeterminado. Los roces y desavenencias que surgen entre los dos dan pie a que la audiencia descubra cómo funcionan sus personalidades, qué ideales les representan y cuáles son sus patrones de conducta al tener que compartir espacio con un desconocido que, de primeras, no les causa muy buena impresión. ¿Podrán sobrellevar la situación sin perder la calma?
Mediante su original y entretenida trama, la obra desgranaba todo tipo de cuestiones, desde la añoranza hacia el pasado hasta la evolución interna que llevan a cabo las personas gracias a las vivencias que experimentan, empleando la melancolía como telón de fondo. El dúo de actores se valía de su energía y talento para hacer partícipes a los espectadores de los hechos inolvidables de su historia, bañándolos de humor y cercanía. A partir de sus anécdotas y recreaciones, ambos nos abrían la puerta a sus ilusiones y traumas, sin filtros ni temores, demostrando que, por irónico que parezca, a veces resulta más sencillo sincerarte por completo ante un extraño.
Representada en castellano, la obra de 75 minutos de duración contaba con Òscar Molina en la dirección, quien también se encargaba de la escenografía. El texto, creado por José Barón, lo interpretaba el propio artista junto a Laura Sancho. Por su parte, David Gener cogía las riendas de la iluminación de este espectáculo producido por Ínfima Eventos, cuyo desarrollo hacía vibrar a los asistentes de principio a fin. Aunque ya no está en cartelera, Planta 57 ha dejado una huella profunda en quienes la vieron.