Confieso: a mí la Copa América ni me viene ni me va. La navegación a vela no es lo mío, pero hay algo que valoro de esta importante competición internacional: su papel de “excusa perfecta” para rehabilitar una parte del frente marítimo barcelonés… ¡y en tiempo récord! Los barcos y sus circunstancias se irán por donde han venido, volverán (o no), pero lo cierto es que nos dejan, entre otras cosas (buenas y malas, ahí no voy a entrar) un Port Olímpic renovado con nuevos rincones para disfrutar, ganados al mar y al inexpugnable Port de Barcelona.

Uno de los espacios que ha ganado protagonismo en el nuevo Port Olímpic, ahora libre de ocio nocturno, es el rompeolas del Poblenou, conocido actualmente como el Dic de Recer.

De repente, los barceloneses hemos ganado otro balcón excepcional con doble vista panorámica: a un lado, el Mediterráneo, y por el otro, el Skyline de Barcelona. Sí, desde el espigón se puede seguir la línea de costa desde el Hotel Wela hasta las tres chimeneas de Sant Adrià y más allá.

En el centro, las torres Arts y Mapfre se alzan a lo lejos como una puerta entreabierta que deja ver en el punto más alto de la ciudad, la silueta del mágico Tibidabo.

No es la única sorpresa. Al final del paseo, en el extremo del Dic de Recer, la reforma ha sacado del olvido un recuerdo olímpico: el Capbussament, una escultura en bronce que captura justo el instante en que un joven se zambulle en el agua. Erigida sobre una base de piedra artificial negra, ocupa el centro de un pequeño estanque cuadrado, originalmente lleno de agua.

El Capbussament, creada en 1992 por el escultor canario Juan Enrique Bordes Caballero, forma parte de las ocho fuentes instaladas en la ciudad para conmemorar los JJOO.

El proyecto fue impulsado por José Antonio Acebillo, responsable de las obras olímpicas, y diseñado por Òscar Tusquets y Carlos Díaz. Cada fuente, concebida como una pieza única y adaptada a su ubicación, representaba a adolescentes practicando algún deporte olímpico.

Tusquets diseñó los elementos arquitectónicos y Bordes, las esculturas. Con el tiempo, la falta de vigilancia y el vandalismo deterioraron la mayoría de las obras: desaparecieron placas conmemorativas, algunas esculturas fueron robadas o incluso cortadas con sierras. El Capbussament es una de las pocas que continúa en su lugar original, una rara avis en el olvido a la que la renovación del Port Olímpic ha devuelto parte de su esplendor.