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Barcelona es una ciudad reconocida en todos los rincones del mundo. La capital catalana, ya desde antes de la Edad Moderna supo hacerse un hueco gracias al comercio mediterráneo. 

La ciudad, que acoge grandes monumentos como la Sagrada Família, tiene también una historia basada en las grandes oportunidades que perdió: Barcelona pudo haber sido la ciudad que albergara la Torre Eiffel.

Exposición universal de 1888

Antes de la exposición universal de 1888 que tuvo como anfitriona a la capital catalana, el arquitecto francés Gustave Eiffel se presentó ante el Ayuntamiento para proponer su proyecto de torre con objeto conmemorativo.

Las exposiciones universales eran, posiblemente, uno de los mayores eventos con los que las ciudades podían proyectarse al mundo, por lo que un edificio de más de 300 metros de altura podría haber sido ideal.

La Torre Eiffel en una imagen de archivo ARCHIVO

Siguiente exposición en París 

Pero Barcelona, en aquella época, ya tenía una personalidad muy marcada: la del modernismo catalán. Casando sus vestigios medievales --y creando nuevos-- con los palacetes de la edad moderna, el Ayuntamiento no estuvo convencido de que una amalgama de hierros fuera a entonar con el estilo de ciudad que la burguesía de la época quería. En su lugar, sin embargo, levantaron el Arco del Triunfo, probablemente más sobrio que la joya francesa.

Así las cosas, Eiffel recogió su proyecto, con tan buena suerte que la siguiente exposición universal se celebró en París y, allí, sí dieron luz a su torre.

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