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Barcelona, tal y como la conocemos actualmente, fue fundada por un emperador romano en un momento indeterminado durante su reinado (27 a.C.–14 d.C.). La ciudad surgió en el monte Táber, una pequeña elevación situada junto a lo que entonces era un puerto natural en el río Rubricatum, el actual Llobregat. Este emplazamiento coincide ahora con el barrio Gòtic, donde todavía pueden rastrearse las huellas de su origen romano.

El emperador Octavio Augusto fundó Barcino --con el nombre de Colonia Iulia Faventia Paterna-- como un lugar de retiro para sus veteranos centuriones tras las duras Guerras Cántabras, ofreciéndoles una vida tranquila en una ciudad que, con el tiempo, fue ganando protagonismo en la región. Aunque en sus inicios fue un asentamiento modesto, en el siglo IV Barcino logró superar en importancia a Tarraco, la capital de la provincia, gracias en buena medida a su imponente muralla, que la defendió de las incursiones bárbaras.

El legado de la Barcino romana

Uno de los centros neurálgicos de la ciudad romana era el foro, el corazón político, religioso y comercial. En Barcino, este espacio se encontraba en la actual plaza de Sant Jaume, donde aún resuenan los ecos de aquel vibrante cruce de caminos.

La muralla romana de Barcelona ARCHIVO

Durante el reinado del emperador Trajano (98–117 d.C.), la ciudad alcanzó su máximo esplendor, pero a pesar de su auge, muchos de sus edificios más emblemáticos siguen siendo un misterio. Se han hallado restos del templo de Augusto en la calle Paradís, pero los arqueólogos aún no han dado con las ruinas del mercado, la basílica o la curia, que se cree podrían estar soterradas bajo la plaza de Sant Jaume, una zona que no ha sido excavada.

A pesar de la ausencia de grandes espectáculos como los que ofrecían los teatros o anfiteatros de otras ciudades romanas, Barcino contaba con infraestructuras públicas que han sobrevivido al paso de los siglos, como los conjuntos termales en la puerta de Mar y en la plaza de Sant Miquel.

El Acueducto Romano en la calle Duran i Bas / INMA SANTOS

Sin embargo, la localización exacta de edificios destinados a espectáculos, como un posible circo o teatro, sigue siendo objeto de debate. Algunos historiadores han especulado que el antiguo anfiteatro podría haber estado donde hoy se alza Santa Maria del Mar.

Un recorrido por la Barcino subterránea

Hoy en día, la plaza del Rei es el punto de partida para descubrir los restos de la Barcino romana. El recorrido arqueológico permite adentrarse en un antiguo "barrio industrial" del siglo II, donde se conservan talleres de producción, así como en el área que albergaba el Grupo Episcopal, uno de los complejos cristianos mejor preservados de la península ibérica. Este conjunto incluye un baptisterio del siglo IV, un aula episcopal del siglo V y una iglesia rodeada por un cementerio, construida en el siglo VI.

A lo largo de Barcelona, se pueden admirar fragmentos de la antigua muralla romana, que delimitaba la ciudad, así como las columnas corintias del templo de Augusto, un impresionante edificio de 35 metros de largo y casi 18 de ancho que fue consagrado al emperador. Las ceremonias en su honor se llevaban a cabo en el exterior del templo, en el mismo foro, lugar clave para la vida social y religiosa de la Barcino imperial.