Tras un inicio de temporada con una puesta en escena delirante de Macbeth que hizo que no pocos espectadores, incluido el que suscribe, marcharan en el entreacto, el recital de Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala, ha constituido una más que agradable sorpresa.
Se trata de la soprano y el tenor de primera línea que más frecuentan el Liceu, De Kauffman y Netrebko mejor nos olvidamos en este teatro provinciano. A lo más que podemos aspirar es a Radvanovsky, Beczala, Camarena, Sierra y poco más. Y cada vez más en versión concierto o recital que en ópera representada.
Pero el recital que nos ocupa fue realmente interesante. De entrada, los cantantes estaban acompañados con música de orquesta, y no solo con un piano.
Faltó el coro, cada vez más sindicalizado y tratando de hacer cuantas menos horas en el escenario mejor, pero pudimos disfrutar de un notable espectáculo que poco a poco irá virando al sobresaliente cuando esté más rodado.
Gozamos con la premier de este formato que va a recorrer varios teatros de España y alguno de Europa, en un total de 10 recitales, pero también padecimos la falta de rodaje conjunto tanto de los cantantes como de la directora, quien tiene el trabajo más difícil porque cada teatro pondrá su orquesta.
Mejor en personajes dramáticos
La norteamericana Keri-Lynn Wilson es una persona que solo vive para la música. Tímida e incluso torpe en el escenario se esforzaba sobremanera en seguir a los cantantes, llevando en ocasiones la orquesta demasiado lenta con Radvanovsky o demasiado atropellada con Beczala.
Su abuelo fue barítono, su abuela pianista y su padre violinista. De ellos aprendió canto y a tocar los dos instrumentos. Estudió la carrera de flauta y tras una serie de conciertos decidió pasar a la dirección de orquesta.
Es una auténtica trotamundos pues ha dirigido orquestas en todas partes, lo que le vendrá muy bien para pasar del Liceu a la Maestranza, de ahí al Real y luego a Polonia y Alemania.
Como curiosidad está casada con el gerente del Metropolitan, música por tierra, mar y aire.
El programa, dedicado al centenario de la muerte de Puccini, no puede contener más 'hits': Nessun Dorma (Turandot), E lucevan le estelle (Tosca), O soave fanciula (La Bohème), un bel di beremo (Madama Butterfly).. impresionante.
Bien es cierto que Radvanosky está mucho mejor en personajes dramáticos (impresionante su In questa Reggia de Turandot) que en arias contenidas, como si, mi chiamiamo Mimí (Boheme) pero en la menos buena de sus interpretaciones estuvo de notable alto.
¿Liberarse de Puccini?
No es nada fácil el reto al que se enfrentan Radvanovsky y Beczala. Cambiar de la suavidad de la Bohème a la energía de Turandot no es nada sencillo, como no lo es cantar con la orquesta a la espalda, mucho más potente que cuando está en el foso.
Aún así los dos cantantes brillaron aunque seguro que el 29 de noviembre en Badem Badem lo harán incluso mejor tras nueve sesiones juntos.
Solo dos puntos de mejora, por aquello de criticar. El final del espectáculo, pre bises, es con un dueto de Madama Butterfly, Vogliatemi benne, que tuvieron que seguir en partitura, perdiendo espontaneidad e incluso potencia.
No es una pieza como para acabar un recital de este nivel. Y luego los bises,… ni uno de Puccini, parece que necesitaban liberarse de Puccini.
Un correcto Beczala cantando un aria de una opereta de Lehar pero una sublime Radvanovsky con “Pace, pace, mio Dio” de La forza del destino para acabar con un socorrido brindis de la Traviata.
En cualquier caso, de lo mejor que tendremos esta temporada.