Cenerentola en el Liceu: de lo mejor del año en Barcelona
La ópera es un lujo para la vista, con una música más que correcta y con el privilegio, en el Gran Teatre de Barcelona, de contar con Javier Camarena
30 mayo, 2024 23:30Cenerentola, una gran ópera en el Liceu. Estamos tan huérfanos que poder escuchar a Javier Camarena en una ópera representada, ya nos es suficiente, y si, además, hay un aria con Do de pecho se nos olvida todo lo demás. Sin duda estamos ante lo mejor de otra floja temporada. ¿Pero cómo es esta Cenerentola?
Es visualmente agradable y musicalmente correcta, pero es imposible no compararla con una de las mejores producciones del Liceu cuando aún jugaba en la Champions. Corrían las Navidades de 2007, inicio de 2008, cuando se estrenó en el Liceu una producción propia protagonizada por Juan Diego Florez y Joyce DiDonato, con Joan Font de Els Comediants como director artístico. Fue una Cenerentola de referencia, tanto que la discográfica Decca produjo un disco y un DVD y se puede disfrutar en youtube entera o por fragmentos, convertida en todo un clásico.
La rivalidad de los tenores peruano y mexicano se cimentó precisamente con esta ópera, cuando Camarena sustituyó en el Metropolitan Opera House a Florez en 2014 y tuvo que hacer un bis en dos representaciones del área “Si ritrovarla io giuro” donde no solo llegó a Do de pecho de la partitura, sino que en alguno subió hasta el Re. Pero a su regreso, el peruano, ya consagrado, también biseó dos veces. Esta vez en el Liceu Camarena no ha biseado, porque a pesar de llegar con tremenda facilidad a los agudos, tampoco enamoró, algo que lamentablemente ocurre en todos los pasajes famosos, están muy bien, pero un punto por debajo de la producción de hace 16 años. Si aquella fue una producción de 10, esta se queda en el 8,5.
Puede que parte de la diferencia radique los personajes cómicos, especialmente Don Magnífico, el padre de Cenicienta y sus hermanastras. Hace 16 años Bruno di Simone bordó el papel, mientras que Paolo Bordogna simplemente cumple. La creación del sexteto “Questo è un nodo avviluppato” es simpática en esta producción, pero fue magistral en la de Els Comedians, por la coreografía, pero también por la manera de arrastrar la “R”. Una pena que para una buena ópera que tenemos, la memoria nos traiciona y nos recuerda que hasta en lo bueno todo tiempo pasado fue mejor.
¿Y el coro del Liceu?
Los mágicos ratones de Els Comedians se convierten en unos simpáticos y meritorios bailarines a cuerda. En ambos casos son actores de relleno, pero en ambos casos aportan. Y mención especial en esta producción a una anónima bailarina que al final de la obra realiza más de veinte giros (fouettes) sin descanso. Toda una exhibición nada recompensada.
Probablemente, quien sale mejor parada en la comparación es la mezzosoprano María Kataeva, suplente de Gaëlle Arquez, qué raro que se caiga alguien de un cartel en este Liceu decadente. Borda el papel y ella hace olvidar ni más ni menos a Joyce DiDonato. Su rondó final es simplemente sublime y así se le reconoce en los aplausos, más largos y estridentes que los enviados a Camarena.
La orquesta, bien dirigida por Giacomo Sagripanti y el coro…. El coro del Liceu no participa en esta producción porque está ensayando el Fidelio, versión concierto, de Dudamel. Un coro titular que se escaquea por dos días de una versión concierto con un director famoso, vergonzoso. El Coro Madrigal hizo lo que pudo, pero se supone que el del Liceu podría haberlo hecho mejor. Si ni nuestro coro nos respeta, ¿qué podemos esperar de los divos internacionales?