Espai Jove Palau Alòs, anuncia en el número 55 de la calle Sant Pere Més Baix el cartel en forma de B que distingue los equipamientos municipales. Todo un palacio: planta baja, piso principal, dos pisos adicionales y cubierta. La fachada, de 38 metros de largo, está hecha de piedra de Montjuïc en la planta baja y de estuco imitando sillares en las superiores. En el primer piso, se abren balcones sin voladizo y en el segundo, ventanas con el alféizar moldurado.
Una de ellas tiene las jambas decoradas con finas columnas y un busto de hombre en una imposta; en el dintel hay esculpido un arco mixtilíneo con dos ángeles que sostienen un escudo en el frontón. En el patio interior, donde destacan dos grandes arcos, se conserva una lápida dedicada a Josep Ignasi d'Alòs i de Soldevila, segundo marqués de Puerto Nuevo, y sobre esta, un relieve de hojas de vid, uvas y espigas.
Revoltillo de reformas
El palacio que hoy vemos es fruto de un revoltillo de reformas que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos. Sí, siglos. Así que no puedo evitar pensar en lo bien que parece encajar el espíritu jovial de un espacio ideado para proporcionar a los jóvenes programas culturales, información, asesoramiento, dentro de un antiguo palacio del siglo XVIII con raíces aún más lejanas.
Y es que el palacio Alòs se levantó en los terrenos que habían pertenecido durante la Edad Media al monasterio de Sant Pere de les Puel·les.
A partir de 1610, la familia Amat, dedicada al textil, fue adquiriendo algunos de esos terrenos y unieron tres construcciones para crear residencia en la que vivieron hasta 1689. Luego, las tropas austriacistas y las borbónicas la utilizaron como cuartel militar.
En 1738, Josep Francesc d’Alós, futuro marqués de Puerto Nuevo, adquirió las principales propiedades para convertirlas en un palacio nobiliario.
Diez años después, el arquitecto Antoni Cellers Azcona diseñó la reforma que unificó las construcciones previas y las embelleció según los estándares burgueses de la época hasta darle una apariencia parecida a la actual. La reforma añadió elementos como la cochera, las caballerizas y un jardín interior.
Ocio, cultura y un desalojo
En la Segunda República, según explica la web del Espai Jove, fue sede del Centro Obrero Aragonés, que convirtió el patio interior en un teatro y realizó modificaciones en las cubiertas.
Durante el franquismo, acogió la Penya Cultural Barcelonesa, que utilizó el espacio para representaciones teatrales y actividades de ocio, además de albergar el Museo de Trajes. En 1994, el palacio quedó abandonado y, hacia el año 2000, fue ocupado por un colectivo que organizó actividades culturales y lo rebautizó como el "Primer Palau de la Pau". Una historia que acabó con un desalojo forzoso en 2006.
Más tarde, el Palau Alós fue expropiado por el Ayuntamiento de Barcelona dentro de un proyecto integral de intervención en los barrios de Sant Pere y Santa Caterina. En 2010 comenzaron las obras de rehabilitación del palacio, que abrió sus puertas un año después como un espacio moderno con servicios sociales y educativos, manteniendo su esencia histórica. En su interior alberga, además del Espai Jove, a la Escola Bressol Puigmal y el Centro de Formación de Adultos Francesc Layret.