El reloj de Nou Barris que representa una lucha vecinal: símbolo de la llegada del metro a Canyelles
No solo es un marcador del tiempo, sino que es un testigo del poder de la comunidad y la persistencia de sus habitantes
La historia del reloj de la parada de metro de Canyelles es mucho más que la de un simple dispositivo para marcar la hora; es un símbolo de la persistencia, la lucha y el triunfo de una comunidad que se unió por una causa común. Este reloj, con su diseño sobrio y minimalista, no solo adorna la estación, sino que representa la tenacidad de los vecinos de Canyelles, quienes, durante años, demandaron el derecho de estar conectados con el resto de Barcelona.
El barrio de Canyelles, construido en los años 70 como parte del último proyecto de viviendas de la Barcelona pre-democrática, padeció serias carencias en infraestructura y servicios, reflejo de la desigualdad y el aislamiento que a menudo se imponían a las zonas periféricas de la ciudad. En respuesta, los habitantes de Canyelles no se quedaron de brazos cruzados.
Símbolo de la llegada del metro
Las asociaciones vecinales, en particular las de Canyelles y la Guineueta, jugaron un papel fundamental en la organización de protestas, en la presentación de peticiones y en las reuniones con las autoridades para conseguir que su comunidad fuera atendida.
Este esfuerzo culminó en la inauguración de la estación de metro de Canyelles en 2001, conectando finalmente al barrio con la red de metro de la L3. Esta inauguración fue un logro monumental, celebrado como una victoria que validaba años de lucha y reivindicaciones.
Unidad y acción colectiva
La historia no termina ahí. Años después, el reloj que simbolizaba esa victoria dejó de funcionar, y nuevamente los vecinos enfrentaron la indiferencia burocrática que pasó la responsabilidad de un lado a otro. Después de seis años de gestiones y presión vecinal, el reloj fue reparado en 2016, recordando nuevamente la importancia de la unidad y la acción colectiva.
Hoy, el reloj de Canyelles sigue en pie, no solo como marcador del tiempo, sino como testigo del poder de la comunidad y la persistencia de sus habitantes. Es un recordatorio de que la mejora en las condiciones de vida no llega sin esfuerzo, y que la lucha por la justicia y la equidad, aunque difícil, puede resultar en un cambio significativo.