Es el más alto del mundo y está en este barrio de Barcelona: así es el claustro con más de siete siglos de historia
La Reina Elisenda de Montcada fue la persona que lo fundó para ofrecer un espacio de retiro alejado de la ciudad a las monjas clarisas
Barcelona es conocida por su legado histórico y arquitectónico, pero hay un rincón en la ciudad que podría sorprender incluso a los más conocedores: el claustro gótico más alto del mundo, situado en el barrio de Pedralbes.
Este imponente espacio es parte del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes, un complejo de más de siete siglos de antigüedad que ha sido testigo de la evolución de la ciudad y de su vida religiosa y cultural.
Un monasterio de raíces profundas
Fundado en 1327 por la reina Elisenda de Montcada y su esposo, el rey Jaime II, el monasterio fue concebido como un lugar de retiro para las monjas clarisas, alejado del bullicio urbano. La reina Elisenda, tras la muerte de su esposo, convirtió el monasterio en su residencia hasta el final de sus días, aunque nunca llegó a ser monja. La comunidad de religiosas vivió allí hasta 1983, cuando el edificio fue rehabilitado como museo y centro cultural.
Un claustro de récord
Lo que hace único al Monasterio de Pedralbes es su majestuoso claustro gótico, el más alto del mundo, con tres pisos de altura. Sus dos primeras galerías están rodeadas por 26 columnas de piedra numulítica, una mezcla de caliza y restos fósiles que le confiere un carácter particular. En su origen, el claustro también contaba con una buhardilla en el tercer nivel, que servía para distintos usos administrativos y de almacenamiento.
Uno de los detalles más fascinantes del lugar es el estado de sus losas, que conservan marcas de la Guerra de la Independencia española (1808-1814), cuando las tropas napoleónicas lo utilizaron como cuartel. El paso del tiempo, los daños de los cañones y los caballos de batalla no han hecho, sino, añadir un valor histórico único a este lugar.
Un monasterio lleno de vida
El claustro, que fue el centro de la vida cotidiana de las monjas clarisas, no solo era un lugar de oración, sino también un espacio de convivencia y trabajo. En sus alrededores se encuentran diversas estancias que ofrecen una visión de la vida monástica, como la cocina, que estuvo en funcionamiento desde el siglo XIV hasta la década de 1980, y que todavía conserva utensilios originales.
El refectorio, las habitaciones de las religiosas, y la sala capitular, con sus espléndidas vidrieras, completan el recorrido que permite adentrarse en la realidad de las monjas que habitaron el monasterio a lo largo de los siglos.
La memoria de Elisenda
La iglesia del monasterio alberga la tumba de la reina Elisenda. La estatua de mármol que la representa muestra a la reina en un estado de paz, simbolizando su figura noble y su conexión con el entorno. La tumba tiene una doble orientación: una cara hacia el templo, donde aparece como soberana, y otra hacia el claustro, representándola como viuda.
Un arte de gran valor
La capilla de San Miguel, con sus frescos de Ferrer Bassa, es otra de las joyas del monasterio. Pintadas entre 1343 y 1346, estas obras son una de las primeras muestras de la influencia del Trecento italiano en la península ibérica. Las escenas religiosas, que representan la Pasión de Cristo y devociones marianas, muestran la maestría de la pintura medieval y la fusión de técnicas que marcaron una época.
Más allá de su imponente arquitectura, el Monasterio de Pedralbes conserva una gran colección de objetos históricos, desde cerámicas y muebles hasta ornamentos litúrgicos y pergaminos que permiten adentrarse en el día a día de las religiosas y la vida monástica en siglos pasados.