El bar de Cornellà La Patata

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Este es uno de los mejores bares de Cornellà según sus vecinos: sirve tapas gigantes por menos de seis euros

Este establecimiento ha dado de comer a sus vecinos durante la friolera de 70 años

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En Cornellà de Llobregat hay un bar que forma parte de la memoria colectiva. Se trata del Bar La Patata, un local fundado en 1955 que ha pasado de generación en generación sin perder su esencia.

En un entorno dominado por bares clásicos, La Patata ha sabido hacerse un lugar propio.
Y lo ha logrado con una receta sencilla: trato cercano, platos abundantes y una salsa que crea adicción.

Las reinas del local: patatas allioli

El plato estrella son sus míticas patatas allioli, servidas con una salsa casera que tiene toque de pimienta. Se preparan a kilos cada día y arrastran a una clientela fiel, que viene solo por ellas.

En la memoria popular, las patatas del Bar Tomás en Barcelona son una referencia. Pero las de La Patata han creado su propio séquito, sobre todo entre los vecinos del Baix Llobregat.

Tapeo generoso y auténtico

Más allá de las patatas, la carta está repleta de tapas clásicas que nunca fallan. Chocos, chipirones, calamares a la romana y pescadito frito llenan las mesas al ritmo del vermut.

Patatas bravas de La Patata / FOURSQUARE

Patatas "bravas" de La Patata / FOURSQUARE

No faltan opciones como el pulpo gallego, morros, gambas a la plancha, cochinillo o codornices. Una variedad que se adapta al gusto de todos, con precios escritos a rotulador según el mercado del día.

Servicio rápido y ambiente de barrio

La Patata conserva ese aire de bar popular donde se come bien sin complicaciones. Con un servicio rápido y medias raciones generosas, es un sitio pensado para volver.

Algunos clientes apuntan que el pan podría mejorar. Pero el sabor, el ritmo y la honestidad del lugar compensan cualquier detalle.

Una terraza con sabor a ayer

Uno de sus grandes atractivos es la terraza exterior, perfecta para las tardes de primavera o verano. El interior, con estética castellana, añade un toque de nostalgia que enamora a los habituales.

El conjunto recuerda a los bares de antaño, donde las tapas, las conversaciones y el precio justo eran ley. Y eso es precisamente lo que mantiene vivo el espíritu del Bar La Patata.