En pleno corazón de Barcelona se encuentra Sants, un barrio que ha sabido mantener su esencia de pueblo a pesar de formar parte de una de las ciudades más cosmopolitas. Sus calles estrechas, plazas y comercios de toda la vida conservan un encanto que recuerda a otra época, ofreciendo a vecinos y visitantes un ambiente cercano y auténtico.
Pasear por Sants es descubrir una comunidad orgullosa de sus tradiciones, desde sus populares fiestas mayores hasta su vibrante vida de barrio. Pero no solo destaca por su carácter pintoresco; también se ha convertido en uno de los barrios favoritos para vivir en Barcelona.
Calle de Ibèria del barrio de Sants de Barcelona
Su ubicación estratégica lo convierte en una opción ideal para quienes buscan comodidad sin renunciar a la tranquilidad. Además, la diversidad de su tejido residencial y cultural ha hecho que Sants sea un lugar donde se mezclan generaciones y estilos de vida, consolidándose como un referente de convivencia y calidad de vida en la ciudad.
Orígenes de Sants
Sants es el barrio más extenso y antiguo del distrito. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, cuando las diversas fábricas textiles que acogía lo convirtieron en un barrio obrero.
En 1897, Sants se anexionó a Barcelona, convirtiéndose en un barrio más de la ciudad. Lo hizo por iniciativa propia y sin mediación alguna, entre el 5 de mayo de 1883 y el 12 de julio de 1884. El 20 de abril de 1897, un real decreto de la reina María Cristina, firmado por el ministro de Gobernación, consumaba la agregación a Barcelona.
La construcción de la carretera nueva, a finales del siglo XVIII, animó el ritmo económico y constructivo del barrio. Hoy en día, la calle de Sants y la calle de la Creu Coberta forman uno de los ejes comerciales más importantes de Europa.
De pueblo a barrio
En 1897, Sants vivió un cambio trascendental en su historia cuando se incorporó oficialmente a Barcelona. El crecimiento del barrio se acentuó durante la segunda mitad del siglo XIX y su población se multiplicó por cinco entre 1850 y la anexión.
Es un crecimiento superior al de Barcelona y al de buena parte de los municipios del llano, a causa del impulso de la industrialización y la atracción de mano de obra que supuso.
Imagen de archivo de la calle del Sant Crist del barrio de Sants de Barcelona
La conexión ferroviaria, con la construcción de la estación de tren de Sants en 1875, sirvió como un puente vital entre el pueblo y la ciudad, allanando el camino para la fusión.
La iglesia parroquial de Santa Maria de Sants se erige como un símbolo histórico que ha resistido el paso de los años y sigue siendo un punto de referencia importante en el barrio.
La unión con Barcelona no solo transformó la geografía de Sants, sino que también marcó el inicio de una nueva era para sus habitantes. El desarrollo urbanístico trajo consigo la modernización de infraestructuras, la aparición de nuevas plazas y avenidas, y la integración de Sants en la trama urbana de Barcelona.
La biblioteca El Vapor Vell, en el barrio de Sants de Barcelona
Destaca el papel de El Vapor Vell --cuyo edificio todavía hoy se mantiene en pie--, una fábrica convertida en biblioteca y escuela en el año 2001.
Perfecto para hacer el vermut
La plaza de Sants es uno de sus puntos de interés, con su estatua dedicada al poeta y dramaturgo Joan Pelegrí. Esta plaza se convierte en un lugar de encuentro para la comunidad, donde se celebran eventos locales y donde los vecinos disfrutan de la vida al aire libre.
Otro aspecto notable es la diversidad gastronómica que ofrece Sants. Este barrio puede presumir de contar con varias bodegas con personalidad e historia, como Vermut i a la Gàbia, Tramendu, Trencalòs o la Bodegueta de Cal Pep, ubicada a pocos metros del mercado municipal.
La Bodegueta de Cal Pep, en Sants
Esta última alimenta a los vecinos de Sants desde 1927 y, pese a ser un icono del barrio, estuvo a punto de cerrar en 2022 tras el fallecimiento de su propietario, Ángel Congostina. Sin embargo, gracias a la pasión de Gustavo González, un enamorado de la cultura bodeguera, este histórico de Barcelona sigue en pie. Gustavo también dirige otras dos exitosas vermuterías en L’Hospitalet de Llobregat.
