El verano suele traer consigo un paréntesis en la actividad física. Las altas temperaturas, la ruptura de rutinas o, sencillamente, la pereza, llevan a muchos a aparcar el deporte. Sin embargo, al regreso, el cuerpo recuerda esa pausa: aparece la fatiga inicial, el miedo a las agujetas, la pérdida de hábito y, con frecuencia, la falta de tiempo.
“Estos factores son habituales, pero no deberían convertirse en un obstáculo para volver a entrenar”, señala Gonzalo Samitier, responsable asistencial de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Quirónsalud Badalona.
La ciencia respalda sus palabras: el ejercicio regular ayuda a prevenir enfermedades metabólicas, musculoesqueléticas y cardiovasculares, reforzando la salud mucho más allá de la mera condición física.
Gonzalo Samitier, Cirujano Ortopédico del Hospital Quirónsalud Badalona
Retomar sin prisas
La reincorporación deportiva debe ser progresiva y personalizada. No todas las personas parten del mismo nivel: influye la forma física previa, el tiempo de inactividad y los posibles factores de riesgo. “Un chequeo médico o un sencillo test funcional antes de reiniciar los entrenamientos puede marcar la diferencia entre una vuelta segura y una vuelta precipitada”, explica Samitier.
Quienes mantuvieron la actividad durante el verano podrán regresar casi sin ajustes, mientras que aquellos que hicieron un alto deberían comenzar con cierta cautela: alternar días de ejercicio y descanso durante la primera semana, e ir aumentando la frecuencia gradualmente. Optar al inicio por actividades aeróbicas moderadas –caminar rápido, nadar, salir en bicicleta– es un buen punto de partida antes de someter al cuerpo a esfuerzos más intensos.
El papel de la nutrición
A la par del ejercicio, la alimentación juega un papel esencial. Durante las vacaciones no es raro que se ganen algunos kilos, lo que incrementa la carga sobre músculos y articulaciones.
“La dieta debe ser la gran aliada en la vuelta al deporte: buena hidratación, abundancia de frutas y verduras, moderación con los ultraprocesados y prudencia con los suplementos, que rara vez son necesarios”, aconseja el traumatólogo del Hospital Quirònsalud Badalona, actual Proveedor Médico Oficial del CB Joventut. De este modo, el organismo responde mejor al esfuerzo y reduce el riesgo de lesiones.
Cómo evitar tropiezos
La inactividad prolongada trae consigo rigidez, pérdida de fuerza y menor coordinación. El resultado es un terreno abonado para las lesiones, sobre todo en personas de más edad. Por ello, conviene arrancar con un plan de tonificación general, evitando los ejercicios de alto impacto en las primeras sesiones, sin olvidar el calentamiento previo y los estiramientos activos al final. Tan importante como el entrenamiento en sí son el descanso adecuado, el uso de calzado apropiado y la higiene del sueño.
“Uno de los errores más frecuentes es pretender recuperar en una semana lo perdido en meses. El cuerpo necesita adaptación y escucha activa”, concluye Samitier para insistir en que un regreso paulatino, acompañado de hábitos saludables, constituye la estrategia más eficaz para recuperar la condición física y prevenir contratiempos.
