Alba, una joven de Barcelona que vive en Australia
Alba, una joven de Barcelona, sobre el alquiler en Sydney: "Es más caro, pero hay más oferta y los sueldos son mucho más altos"
Crecer profesionalmente, mejorar su calidad de vida o acceder a mejores sueldos son algunos de los motivos por los que cada vez más vecinos se van de la ciudad
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Cada vez son más los jóvenes barceloneses que deciden dejar su casa para buscar nuevas oportunidades.
Crecer profesionalmente, mejorar su calidad de vida o acceder a mejores sueldos son algunas de las principales razones.
En este mapa de destinos, Australia se ha convertido en uno de los lugares favoritos gracias a la Work and Holiday Visa, un visado que permite a los menores de 30 años trabajar y viajar durante un año en el país.
Una de las playas de Sydney en imagen de archivo
Sin embargo, el caso de Alba es distinto. Tal y como ha contado en conversación con Metrópoli, su plan inicial era pasar solo unos meses en Sydney para aprender inglés, pero lo que encontró allí cambió por completo su camino.
Lo que iba a ser una estancia corta se convirtió en una vida nueva, lejos de Barcelona.
Sydney, una ciudad pensada para la gente
Desde su llegada, la joven se sorprendió con una ciudad que parecía diseñada para el bienestar. Parques cuidados, barbacoas eléctricas gratuitas, coastal walks junto al mar y terrazas públicas abiertas a todo el mundo. “Todo está pensado para que la gente viva mejor, sin un negocio detrás”, explica.
Una playa de Australia en imagen de archivo
Según dice la joven, más allá de la capital, Australia le mostró un país de contrastes. La Gran Barrera de Coral, el desierto de Uluru o la infinita East Coast. Lugares únicos que le hicieron descubrir un modo distinto de vivir el tiempo libre y de entender el día a día.
Un estilo de vida diferente
La diferencia con España, asegura, se nota en la manera de organizar la vida. “En Barcelona vivimos con más prisa, siempre corriendo de un lado a otro", comenta la joven.
Además, añade, "aquí la mayoría de gente prioriza la calma y el equilibrio personal. En Sydney se madruga, se desayuna temprano y el deporte es parte de la rutina".
Esa mentalidad también se traslada al trabajo. Menos estrés, más flexibilidad y un respeto real por la salud mental. “No se trata de trabajar menos, sino de hacerlo de otra manera, más eficiente y sin tanta presión”, dice.
Economía y oportunidades
La economía es otro de los puntos que marcan la diferencia. "Los precios de la comida y la ropa son similares a los de España, pero los salarios se doblan", cuenta.
Eso hace que lo cotidiano resulte más asequible. Lo que la joven admite es que "la vivienda es más cara, aunque la oferta de alquiler es amplia y variada".
Viviendas en construcción en Sidney
A esto se suma un "entorno mucho más abierto al emprendimiento". Darse de alta como autónomo es un trámite sencillo y, mientras no se supere cierto nivel de ingresos, no se pagan tasas --siempre y cuando seas residente fiscal--.
Esa facilidad, explica, anima a la gente a probar nuevos proyectos sin el miedo que existe en España.
Aprendizaje y multiculturalidad
Los primeros meses no fueron fáciles. El acento australiano se le hizo complicado y la "adaptación fue lenta".
Alba junto a unos canguros en Australia
Sin embargo, convivir con inmigrantes de todo el mundo aceleró el proceso. “Aquí casi nadie es nativo, lo que te obliga a soltarte, a equivocarte sin miedo y a aprender rápido”.
Esa multiculturalidad se ha convertido en uno de sus mayores aprendizajes. La convivencia con culturas tan diversas le ha enseñado a mirar el mundo desde otras perspectivas, algo que considera "una de las riquezas más grandes de vivir fuera".
Salud y hábitos diarios
Otro aspecto que le ha marcado es la forma en que se vive la salud. Fumar en la calle está mal visto, el alcohol es caro y el vapeo es ilegal.
En cambio, lo sano es accesible: brunchs saludables, running clubs en los parques, carreras y maratones cada fin de semana. “La balanza está inclinada hacia los hábitos sanos, y adaptarse resulta natural”, afirma.
Tostada de aguacate, huevos y salmón, típico almuerzo de un ‘brunch’ Barcelona
Este ambiente le ha llevado a cambiar rutinas y a dar más valor al deporte. Incluso ha visto cómo muchas personas logran convertir su pasión por la actividad física en una fuente de ingresos gracias al apoyo social y las oportunidades que ofrece el sistema australiano.
El reto de emigrar
Aun así, ella no esconde la parte difícil. Emigrar implica dejar atrás a la familia y a los amigos. “Los primeros meses pesan mucho la distancia y la soledad”, confiesa.
Pero con el tiempo, poco a poco, aprendió a crear nuevas rutinas, amistades y una comunidad propia.
Hoy, dos años después, puede decir que Sydney también es su hogar. “Esta experiencia me ha hecho más independiente y flexible”, reflexiona. “La vida no consiste en quedarse en un lugar seguro, sino en explorar y aprender”.
Una lección para quienes sueñan con irse
Su consejo para quienes piensen en dar un paso similar es claro: no temer al reto de emigrar. Detrás de las dificultades se esconde una oportunidad única de crecimiento personal y profesional, además de una nueva forma de entender el mundo.
El caso de Alba demuestra cómo lo que comienza con un simple visado para aprender inglés o trabajar unos meses puede acabar siendo una transformación vital.