Imagen de 'Giselle' en el Liceu

Imagen de 'Giselle' en el Liceu LICEU

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'Giselle' en el Liceu, un buen ballet, ni más ni menos

Todo en esta 'Giselle' es como uno espera. La escenografía, clásica y bella, el vestuario acorde con la obra, la coreografía, una evolución de la original que trata de resaltar las mejoras técnicas del presente. Y los bailarines, simplemente perfectos

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Si la temporada anterior fue una de las mejores de los últimos años, en gran medida por el estado de gracia de Nadine Sierra a la que pudimos disfrutar en varias ocasiones gracias a una gestión de sus actuaciones que nadie entiende, la temporada liceísta 25/26 no está, ni mucho menos, a la altura de la del año pasado y no ha podido empezar peor.

Una inauguración de temporada de tercera, una primera ópera, en checo, La zorrita astuta donde lo mejor que se pudo hacer es no ir, y un espectáculo contemporáneo visualmente correcto, pero con una música insufrible, todo ello en un Liceu aislado por unas obras eternas, nada respetuosas con los ciudadanos y que ya están remendadas en el lado supuestamente terminado.

Pero a la tercera ha ido la vencida. La Giselle que ofrece el cuerpo de baile de la ópera estatal de Baviera es un ejercicio más que correcto de lo que debe ser el ballet clásico.

Escenografía y vestuario clásico puestos al servicio de uno de los artes escénicos más crueles con quienes los protagonizan, exige un sacrificio enorme y la recompensa es pequeñísima.

Las grandes estrellas no consiguen ganarse bien la vida y el cuerpo de baile, formado por auténticas estrellas, no pasa de tener un salario digno que se les acaba cuando pasan de los 35 años. Vocación al servicio de un arte que se basa en que lo absurdamente difícil parezca simple.

Imagen de 'Giselle' en el Liceu

Imagen de 'Giselle' en el Liceu LICEU

La ópera estatal de Baviera tiene un cuerpo estable de baile de más 80 personas, como la gran mayoría de casas de ópera, que se mueven entre las 80 y 150 personas. Baviera, París, Milán, Roma, Londres,…. Mantienen un ballet profesional que participa en sus óperas y, además, desarrolla un repertorio propio.

Llenar todos los días

La gran excepción es el Met de Nueva York, porque está asociado con su vecino, el American Ballet, quienes participan en las óperas que así lo requieren.

En el Liceu nos cargamos en 1988 un excelente cuerpo de baile, con Joan Magrinyà y Assumpciò Aguadé como los últimos grandes referentes.

Un cuerpo de baile que, además, ha dado grandes figuras, destacando María de Ávila, no solo por el tiempo que fue primera bailarina sino, también, por ser maestra de maestros como Víctor Ullate o Arantxa Argüelles por citar solo a dos de sus alumnos.

El gran Ángel Corella trató de crear un ballet estable, amparado ni más ni menos que por Hillary Clinton, y nadie le hizo caso.

El presente es Liceu es un desierto donde de vez en cuando llega algo de agua desde fuera, como es el caso de la maravillosa interpretación del ballet bávaro.

El teatro estaba, como siempre que hay ballet clásico, lleno hasta la bandera, con público algo diferente al de la ópera, más joven y mayoritariamente femenino, lo cual evidencia que sí hay público para ampliar la temporada de ballet y para tener un cuerpo de baile propio.

El Liceu está cerrado dos de cada tres días del año, 17 días en octubre sin una sola representación. En lugar de soñar con una segunda sede podríamos pensar en llenar la que tenemos, y el ballet podría ser una excelente manera de dotar de más días de vida a nuestro teatro. La ópera estatal de Baviera pone en escena 30 óperas y 20 ballets cada año… nada más que añadir.

Imagen de 'Giselle' en el Liceu

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Todo en esta Giselle es como uno espera. La escenografía, clásica y bella, el vestuario acorde con la obra, la coreografía, una evolución de la original que trata de resaltar las mejoras técnicas del presente. Y los bailarines, simplemente perfectos.

Un misterio

El esfuerzo que requiere una representación de ballet hace que en cada función los protagonistas cambien. En las cinco representaciones que podemos disfrutar veremos a cuatro primeras bailarinas en el papel de Giselle y a tres primeros bailarines en el resto de los papeles, por lo cual en cada representación se pueden ver diferentes matices.

Lo impresionante de un ballet del nivel del de la ópera estatal de Baviera es que la calidad está asegurada, sea quien sea el protagonista.

El ciclo de danza lo componen este año cuatro espectáculos, el presente, una gala de estrellas, una especie de bolo que hacen algunos primeros bailarines de ballets muy reconocidos que suele ser muy agradecido visualmente, y dos espectáculos de danza contemporánea.

Además, este año tenemos en el abono La Gioconda, una ópera que incorpora la danza de las horas, magistralmente representada en 2005 en el Liceu por Angel Corella y Letizia Giuliani. En el programa de este año es un misterio quien bailará, algo que no presagia nada bueno.

La futura nueva presidente del Liceu tiene una tarea ingente para recuperar nuestro teatro. Sin duda también tiene deberes relacionados con el ballet.