Imagen de Mescladis en el centro de Barcelona Barcelona
De una pequeña cocina a cinco exitosos locales en 20 años: Mescladís, el restaurante-escuela que lucha por la inclusión en Barcelona
Desde sus inicios, la iniciativa se concibió como una entidad de economía social y solidaria, con el objetivo de defender el derecho a "emigrar dignamente y fomentar una sociedad más cohesionada"
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En una cocina del Eixample, en Barcelona, el sonido de las ollas se mezcla con risas, idiomas distintos y el aroma de platos de todo el mundo.
Es el latido diario de Mescladís, un proyecto nacido hace 20 años con una idea sencilla pero poderosa: usar la gastronomía como herramienta para la inclusión social y laboral de personas migrantes. El restaurante ubicado en el número 122 de la calle del Comte Borrell es uno de los cinco que tienen en la capital catalana.
También sirven sus platos internacionales en el Teatre Lliure de Montjuïc, en Gràcia y en una terraza del Born con su Espai Mescladís. Una carta económica, con menú del día y mucha "ilusión" en cada plato han hecho que sus locales tengan una excelente valoración entre los clientes.
“Mescladís nació en un contexto donde Barcelona se presentaba distinto, acogiendo la diversidad con las puertas abiertas a la migración y al respeto por las diferencias en todos los sentidos”, explica Victoria, responsable de la productora de conocimiento del proyecto, en conversación con Metrópoli.
El restaurante Mescladis del centro de Barcelona Barcelona
Desde sus inicios, la iniciativa se concibió como una entidad de economía social y solidaria, con el objetivo de defender el derecho a emigrar dignamente y fomentar una sociedad más cohesionada.
La cocina como punto de encuentro
El proyecto comenzó con un restaurante muy pequeño y talleres de cocina para niños y niñas, con la intención de sensibilizar sobre la diversidad y ofrecer formación práctica.
El programa central, Cuinant Oportunitats, forma a los participantes durante tres meses en los restaurantes de Mescladís. “Las personas toman la formación para luego hacer 120 horas de prácticas conectadas con el sector de la hostelería, con empresas ordinarias, y pelear por un contrato de trabajo”, detalla Victoria.
El fundador de Mescladís, Martín Aviague, sentó las bases hace dos décadas, y desde entonces el proyecto ha crecido hasta convertirse en una productora social organizada en cuatro líneas de trabajo.
El restaurante Mescladis del centro de Barcelona Barcelona
Una de ellas, la productora de experiencias, agrupa los restaurantes y el servicio de catering que sostienen económicamente al proyecto. “Mescladís financia un 70% con ingresos propios que salen de estas actividades, y cada cliente que viene a nuestros restaurantes o contrata un catering apoya directamente nuestra misión”, señala Victoria.
El 30% restante proviene de subvenciones, principalmente destinadas a fomentar la formación y la contratación de personas en situación vulnerable.
Más de 100 empleados
Actualmente, la plantilla de Mescladís supera las 100 personas, incluyendo técnicos, formadores y profesionales del sector, todos trabajando en un mismo objetivo: mejorar la ocupabilidad y promover la inclusión social.
El corazón del proyecto sigue siendo la formación dual. Cada año, unas 250 personas pasan por los cinco restaurantes de Mescladís, aprendiendo a ser ayudantes de cocina o camareros, y realizando prácticas para acceder al mercado laboral.
El restaurante Mescladis del centro de Barcelona Barcelona
Desafíos del mercado laboral
Además de la formación técnica, los alumnos adquieren competencias sociales, como trabajo en equipo, gestión del tiempo y comunicación. “La clave de nuestra metodología es usar la diversidad como factor de motivación y creatividad, para generar empatía y preparar a las personas para los desafíos del mercado laboral”, explica.
Este modelo ha demostrado resultados sólidos: el 92% de quienes entran con permiso de trabajo consigue un contrato, mientras que aquellos sin regularización alcanzan entre un 40 y un 50%, dependiendo de los requisitos administrativos.
Más allá de la inserción laboral
Mescladís no solo se centra en la empleabilidad. La productora cultural ofrece talleres de cocina, proyectos comunitarios, catas de vino de comercio justo, y publica El Convite, una revista bianual que fomenta la reflexión sobre sostenibilidad, consumo responsable y derechos migratorios.
“Ponemos literalmente sobre la mesa la diversidad con sabores e historias de vida, donde un plato es mucho más que un plato”, afirma Victoria.
El restaurante Mescladis del centro de Barcelona Barcelona
Los restaurantes reflejan esta filosofía en cada detalle: menús con platos creados por los propios alumnos, espacios decorados con fotografías que narran trayectorias de migrantes y cuadros que documentan historias de vida.
Los clientes no solo degustan comida, sino que se conectan con las experiencias de quienes han pasado por el programa. “Cada plato de un alumno cuenta una historia y permite que la diversidad se viva de manera tangible”, comenta Victoria.
La sostenibilidad también está presente en la selección de proveedores. Mescladís trabaja con agricultores locales y productos de temporada, evitando marcas globales para reforzar la economía local y la coherencia con sus valores. Los menús, incluso, incluyen enlaces a los sitios web de los proveedores, promoviendo transparencia y responsabilidad social.
La comunidad como motor
Para Mescladís, el éxito no se mide solo en cifras de inserción laboral, sino también en la construcción de comunidad. Los exalumnos siguen vinculados al proyecto, visitan los restaurantes, participan en talleres y traen familiares o amigos a conocer la experiencia.
El restaurante Mescladis del centro de Barcelona Barcelona
“Ponerse en valor, sentirse escuchado y respetado, y formar parte de una comunidad es un logro incluso más potente que un número o porcentaje de inserción”, explica Victoria.
Además, la escuela está abierta al público: los clientes pueden ver a los alumnos trabajando en la cocina o atendiendo en la sala, reforzando la idea de transparencia y de participación directa. Esto convierte cada visita en una experiencia educativa y de sensibilización.
Retos y futuro
“Nuestro objetivo es seguir promoviendo más y mejores oportunidades, interconectando la sostenibilidad como centro del proyecto. Es un desafío grande, pero creemos que es la única forma”, asegura Victoria.
El impacto de Mescladís se refleja en historias como la de Cecilia, exalumna que hoy trabaja en uno de los restaurantes: “Aquí pude encontrar un círculo, un sitio donde me sentía segura. Mucho aprendizaje, autonomía y reconocimiento”, recuerda.
Historias como la suya muestran cómo la gastronomía puede convertirse en un puente entre mundos y en una herramienta para transformar vidas.
Terraza del restaurante Fundació Mescladís, en el Eixample Barcelona
“Cualquier persona interesada en la hostelería puede entrar en Mescladís. Lo que nos importa es que aporte y que forme parte de nuestra comunidad”, concluye Victoria.
En los fogones del Eixample, la mezcla no es solo de sabores: es de trayectorias, esperanzas y futuros posibles.
Cada plato, cada taller y cada historia compartida refuerzan un mensaje central: la inclusión no se enseña, se practica. Y en Mescladís, la diversidad es el ingrediente principal de una receta que seguirá creciendo.