Barcelona apuesta por calles más resistentes y sostenibles en plena renovación urbana. La ciudad ha iniciado una prueba pionera que podría cambiar la forma en que se pavimentan sus calles, combinando innovación tecnológica y aprovechamiento de materiales industriales que antes se desperdiciaban.
La capital catalana ha comenzado a probar un nuevo tipo de pavimento más resistente y sostenible en el paseo de la Vall d’Hebron, en el marco del Pla Endreça.
La innovación consiste en sustituir parte del árido tradicional, extraído de canteras, por escorias siderúrgicas, un residuo generado durante la producción de acero que hasta ahora quedaba desaprovechado.
Más resistente y ecológico
El nuevo material, desarrollado con la colaboración de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y la empresa municipal BIMSA, promete mayor durabilidad y resistencia que el asfalto convencional, al tiempo que contribuye a la sostenibilidad urbana.
Trabajadores en una obra de Barcelona
Según explican desde el Ayuntamiento, el uso de escorias siderúrgicas no solo alarga la vida útil del pavimento, sino que también reduce la extracción de áridos naturales, disminuye la huella ecológica de las obras públicas y permite dar una segunda vida a residuos industriales.
Prueba piloto
El proyecto piloto se ha instalado en un tramo del paseo de la Vall d’Hebron, entre la plaza de Karl Marx y la calle Scala Dei, donde la calzada se ha dividido en dos: una mitad con asfaltado convencional y la otra con el nuevo pavimento.
Durante un año, BIMSA y la UPC monitorizarán desgaste, adherencia y resistencia al tráfico, comparando ambos materiales en condiciones reales de circulación urbana. Los resultados servirán para evaluar si este tipo de pavimento puede aplicarse en futuras actuaciones de mejora y renovación del pavimento en otros puntos de la ciudad.
Otros proyectos
La iniciativa forma parte de los esfuerzos de Barcelona por descarbonizar la obra pública, incorporando criterios de circularidad y sostenibilidad en los proyectos municipales. En paralelo a esta prueba piloto, BIMSA desarrolla protocolos internos que permiten reutilizar materiales, reducir polvo, ruido y vibraciones en las obras, y aplicar técnicas constructivas más eficientes y respetuosas con el medio ambiente.
La experiencia en Vall d’Hebron se suma a otras iniciativas de innovación urbana, como las pruebas piloto del panot del siglo XXI o el Repte Mineral, que busca crear nuevos materiales constructivos a partir de residuos de obras de urbanización.
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