Plano general de uno de los edificios porticados de la avenida del Paral·lel / INMA SANTOS

Plano general de uno de los edificios porticados de la avenida del Paral·lel / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

Edificios porticados para un Paral·lel ‘a medida’

Esta solución permitió ganar terreno a la acera para construir cumpliendo con la anchura fijada por el plan Cerdà

24 febrero, 2021 00:00

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En la avenida Paral·lel 102 y 104, entre las calles del Comte Borrell y Marquès del Campo Sagrado, se alzan dos edificios porticados, edificados entre 1902 y 1909, que al parecer eran propiedad de Francisco del Villar Carmona. Son solo dos de las 16 casas que se construyeron en la popular avenida entre 1892 y 1929 y que tenían un rasgo común: todas presentan entre la planta baja y el piso principal un espacio porticado, presidido por una hilera de monumentales columnas.

¿Se trata de un rasgo característico de algún estilo arquitectónico de la época? Pues no, esta particularidad responde a las exigencias marcadas por la aprobación del plan urbanístico de Ildefons Cerdà, según el cual el Paral·lel debía tener 50 metros de ancho.

Cuenta Ricard Fernández Velentí, en una entrada de su blog El tranvía 48 que “los propietarios de los terrenos afectados consideraron excesiva la amplitud y que perjudicaba sus intereses, por lo que propusieron una reducción del espacio dedicado a peatones y vehículos”. Los propietarios afectados crearon una asociación y solicitaron que la avenida tuviera 40 metros. 

Uno de los edificios porticados de la avenida del Paral·lel / INMA SANTOS

Uno de los edificios porticados de la avenida del Paral·lel / INMA SANTOS


DIFERENCIAS IRREPARABLES

Y como ni el ingeniero y arquitecto ni los propietarios cedían, las autoridades acordaron una solución intermedia: levantar edificaciones porticadas a ambos lados de la avenida separadas por 40 metros (punto para los propietarios). Pero la zona porticada que quedaba entre las columnas y la puerta de acceso a los edificios formaba una galería peatonal de cinco metros de ancho, de manera que de portería a portería, de un lado de la calle al otro, sumaban los 50 metros fijados por el plan urbanístico (punto para Cerdà). Empate técnico; “ni pa’ ti, ni pa’ mí”, y todos contentos... o más o menos.

El resultado fue una serie de edificios de estilo neoclásico con fachadas sin decoración, con la planta baja y el piso principal integrados en la galería que formaban los pórticos. Por encima de la planta principal se alzan cuatro pisos más (años más tarde, en algunos casos, se añadieron áticos) que ganan terreno a la acera y se sitúan al mismo nivel que las columnas.

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