Una plaza llamada bicicleta

El tiempo quita y da razones. Pues bien, parece que el tiempo se ha puesto en contra de aquellos que sostenían (y sostienen) que las bicis no son para Barcelona: el año 2022 se cerró con un crecimiento del uso de la bicicleta y el patinete del 23% desde el 2020, y un 11% más respecto al 2021, según datos del Ayuntamiento. Vamos, que el movimiento se demuestra andando o, en este caso, pedaleando.

Ay, la bicicleta, ese medio de transporte con larga tradición en el Clot… tan larga que el barrio le ha rendido homenaje dedicándole una plaza y una escultura. Es relativamente reciente, así que no la encontraréis en el Nomenclátor, pero existe. Es un espacio abierto en la encrucijada de la calle de la Verneda con Sant Joan de Malta. Y tiene su razón de ser. En el lugar que ahora ocupa la plaza había una antigua fábrica de plomo que fue durante 30 años la sede de Biciclot, una cooperativa de trabajo y modelo de economía social, centrado en las personas, con vocación de servicio, compromiso social y medioambiental que promueve la bicicleta como medio de transporte ecológico, económico y saludable.

Biciclot, que empezó en un pequeño local de la calle Sant Joan de Malta, ocupó la vieja fábrica en 1994. Entre esas paredes –hoy desaparecidas– impulsaron numerosos proyectos educativos y sociales dirigidos al barrio, a la ciudad y más allá.

La demanda de carriles bicis en el Clot y en Barcelona fue una iniciativa que surgió de Biciclot. También fueron cosa de este colectivo las colonias en bici de la Generalitat, la escuela de la bici para adultos o Bicicletas sin fronteras. Por no hablar del taller abierto de autorreparación de bicis, donde cada uno puede reparar su bicicleta, ayudar a otros ciclistas con las suyas, colaborar en la puesta a punto de bicicletas solidarias y compartir conocimientos con el resto de usuarios.

En 2017, Biciclot se fue… con las bicis a otra parte. Concretamente. a la calle Pere IV donde instaló su nueva sede y sigue pedaleando. Atrás dejaba 30 años de recuerdos condensados en una plaza con unas cuantas sillas dispersas entre enormes maceteros y una espectacular escultura de bicicletas rebeldes sobrevolando una tapia pintada de blanco.

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