Gala Pin es la campeona de las obsesiones. Al menos, para sus detractores. Que los tiene y no pocos. La política valenciana (39 años) fue una de las figuras más controvertidas del primer mandato de Ada Colau. Fue la responsable de Ciutat Vella, distrito en el que se armó la marimorena. Los narcopisos se multiplicaron en el Raval, los delitos se dispararon y el malestar de los vecinos subió de tono. Tan polémica fue su gestión que Gala Pin se apartó de la escena política y se desmarcó de las listas de los comunes en las elecciones municipales de 2019.
Gala Pin salió de la escena mediática y le costó lo suyo encontrar un trabajo. Ni tiene una formación maravillosa ni tiene un talante seductor. Sus supuestos principios morales saltaron por los aires al protagonizar el primer escándalo de puerta giratoria en los comunes y aceptar una oferta de Goteo, una fundación que recibe generosas subvenciones del Ayuntamiento.
Como concejal de Ciutat Vella, Gala Pin tuvo trifulcas sonadas con los vecinos. No digamos ya con el Macba. También se las tuvo con el Gremi de Restauració por su mentalidad obsoleta al demonizar cualquier iniciativa empresarial. Agradecida por los servicios prestados, el jueves quiso echar un cable pero éstos se le cruzaron al criticar el acuerdo del Ayuntamiento con la entidad que dirige Roger Pallarols. Un acuerdo que rescatará a muchos bares y restaurantes, pero que también garantiza más ingresos a las arcas municipales. Un acuerdo, finalmente, bendecido por Janet Sanz y Colau.
Gala Pin la pifió de lo lindo al denunciar las gestiones del Gremi a sus asociados para conseguir nuevas terrazas o ampliar las actuales. Ignorante como es en dicha materia, mostró un desconocimiento total del mercado y de los costes de cualquier trámite burocrático, cansinos y frustrantes para cualquier ciudadano barcelonés. La suya fue una reacción visceral, movida por la rabia y la impotencia. Tal vez buscara algún like (solo obtuvo 8) en las redes sociales, utilizadas como arma arrojadiza contra quienes ella considera sus poderosos enemigos.