Microhistorias migrantes es una manera de contar en primera persona el proceso migratorio. Una serie de vídeos que explican las historias personales de Reina, Diana o Arelia. Las tres llegaron desde el continente americano hasta Barcelona, donde residen actualmente y como ellas, otras personas de otros orígenes, también cuentan su historia.
La idea surge de la necesidad de crear una reflexión sobre los procesos migratorios sin teorías, sino, desde el lado humano, más cotidiano. El proyecto cuestiona los discursos hegemónicos sobre la migración y visibiliza los estereotipos que atraviesan los cuerpos migrados y qué tipo de estrategias utilizan para resistir estas violencias.
Reina, natural de Oaxaca salió a estudiar a los Estados Unidos y regresó a su región mexicana. Vino a Barcelona con todos sus ahorros. Sus expectativas de encontrar trabajo no dieron fruto. Sobrevivió con varios empleos y el recuerdo de algunos artículos que se trajo de su tierra natal y de su familia.
En Barcelona “hubo días grises y días de gloria”. Cuidó a una persona mayor todos los días de la semana. Terminó un posgrado y un máster. Pasó nueve años sin poder ir a México. Como ella dice, fue “un camino transitado constantemente pero en soledad”.
Otros días sintió sus logros como gestora cultural, que era en lo que se había formado.
Su vida sentimental fue dura. Salió del bache emocional y hoy aún le quedan ganas de hacer muchas cosas en este lugar del Mediterráneo, explica en el vídeo.
La historia de Reina hila con la de Diana, colombiana que decidió venir a Barcelona para estudiar huyendo de la violencia de su entorno. “Razones mundanas”, dice la joven. “Barcelona suena bonito. Quizá por un tema de oído yo esté acá”. Casada con un catalán sintió las presiones sociales de la familia. Migración y matrimonio. Dos palabras que le han marcado. “Ser migra rompió parte de mi identidad privilegiada”.
“La migración es un proceso doble de deslocalización resistente a la mirada xenófoba y siempre interrogativa”, explica la colombiana.
Como Reina y Diana, Arelia, procede de un país que se sitúa al otro lado de la cordillera de los Andes. Bailarina chilena que llegó a Barcelona con solo una maleta de 23 quilos, cree que el lenguaje corporal le conecta con la gente. “Sé que la diferencia cultural, a veces, me hace sentir un caos pero también sé que la emoción y el movimiento es universal: es comunicación y amor”.
Arelia asegura que todos los días aprende algo nuevo y que cada lugar y cada persona tiene su riqueza.
Las tres viven a medio camino de ‘sus tierras’. Algunas han echado raíces en Barcelona, como es el caso de Luciana. Nació en el exilio cuando sus padres emigraron de Argentina a México en 1976. Llegó a Barcelona con su pareja. “No quiero tener el corazón partido, lo quiero más grande donde quepan mis tres nacionalidades”.
Microhistorias migrantes acerca la realidad tan diversa que responde a los procesos migratorias de personas que ahora viven en Barcelona desde hace años. La iniciativa audiovisual la han impulsado Silvina Merino, de La Quinta Pata (gestora audiovisual social) y Raquel García, de La Bretxa (asociación cultural). Ambas han recogido el testimonio de varias personas migrantes que llegaron a Barcelona cuyo relato de vida sigue inacabado entre los pasos que han dado y los que les queda por dar.