El distrito de Ciutat Vella es, probablemente, uno de los terrenos en el que mejor deberían haberse movido los líderes de Barcelona en Comú. Sin embargo, por diversas razones han cometido algunos errores de bulto en su gestión, sobre todo en lo que se refiere al Raval. Ni el conocimiento que la regidora del distrito, Gala Pin, tiene del barrio ha sido suficiente para evitar que en los temas más delicados no hayan logrado salir adelante con solvencia.

Han sido varias las asociaciones vecinales que se han mostrado muy críticas, tanto por las formas como por el fondo, con el trato que se les ha dispensado desde el consistorio, además de por la escasa capacidad que han demostrado desde el el equipo de gobierno a la hora de aportar soluciones a los problemas reales del barrio. Y no son pocos los que piensan que algunos de ellos han empeorado considerablemente desde la llegada de BeC al poder.

DECÁLOGO DE ERRORES

Estos son los diez temas en los que la gestión del actual equipo de gobierno ha recibidio màs críticas por parte de los vecinos del Raval:

Narcopisos. Los vecinos aseguran que en los últimos años se ha producido un aumento significativo de la presencia de los narcopisos. Y también, que la gestión del asunto desde el Ayuntamiento ha sido muy deficiente. Aunque las actuaciones policiales se han incrementado, la presencia de los traficantes es notoria y visible y los vecinos que tienen que convivir con ello reconocen tener miedo. El fracaso en la gestión quedó en evidencia cuando todos los grupos políticos reprobaron la gestión de Ada Colau y, por ende, de la regidora del distrito Gala Pin.

Basura. Cucarachas, ratas, contenedores a rebosar, bolsas de basura por el suelo, suciedad, mosquitos... La lista de agravios que tienen apuntados los vecinos en la columna del 'debe' cuando se refieren a un tema tan importante como el de la limpieza se hace muy larga. Pese a ser conscientes de las dificultades que la configuración del barrio presenta, no entienden cómo se ha permitido que se llegue a una situación como la actual.

Prostitución. Este es un problema endémico del Raval, pero la aportación del actual consistorio a su solución ha sido nula. Es más, asociaciones vecinales denuncian que el comportamiento permisivo del Ayuntamiento en este tema ha servido para que hayan aumentado los pisos en los que se practica la prostitución. Pero, otra vez, las denuncias han caído en saco roto, pese a que hasta la Síndica de Greugues pidió mayor vigilancia en la zona.Y en calles como en Robadors, la paciencia de los vecinos se agotó hacer mucho tiempo.

Violencia. Narcopisos, drogas y prostitución son una mezcla explosiva. Y en algunas calles del Raval esta mezcla hace saltar por los aires la convivencia. Amenazas, peleas, y luchas por el control de las áreas más deseadas provocan temor entre los vecinos, que conviven con la inseguridad y el miedo a encontrarse en medio de una pelea cuando menos se lo esperan.

Inseguridad. Todo lo anterior solo sirve para generar inseguridad entre el vecindario. Personas mayores que temen salir a la calle, miedo a que los niños cojan una jeringuilla en la calle, personas que a partir de determinadas horas no se atreven a salir a pasear... La escasa presencia de la Guàrdia Urbana en la calle acentúa la sensación de intranquilidad. Y aunque es la propia policía municipal la que se queja de la falta de personal y recursos para hacer frente a las necesidades del barrio, ninguna de las 'soluciones' adoptadas han acabado con esa sensación de intranquilidad que experimentan muchos vecinos.

Ruido. El descanso de los vecinos es sagrado. Sin embargo, en el Raval parece complicado que esta máxima se cumpla. Skaters que recorren de noche las calles, turistas de juerga en los pisos turísticos, aglomeraciones de gente hasta altas horas de la madrugada... La consecuencia: adultos y niños no descansan, con las graves consecuencias que eso puede tener como para su salud.

Ocupaciones. La permisividad del Ayuntamiento con algunos colectivos del barrio tampoco es del agrado de muchos vecinos, que ven como cuestiones ideológicas han pesado más a la hora de tomar decisiones difíciles ante situaciones complicadas que no defender los derechos de todos los habitantes del barrio. De hecho, la regidora Gala Pin ha tenido que escuchar más de una vez las quejas de colecitovs vecinales que le recriminan su doble vara de medir, dependiendo sobre todo del apoyo que los colectivos dan a las políticas del distrito.

Convivencia. Tampoco en este tema el Ayuntamiento ha lograro dar con las soluciones adecuadas. En el Raval conviven comunidades muy diferentes y la convivencia no siempre es fácil. Pero la sensación de algunos colectivos es que la raya de la exigencia no la tienen todos a la misma altura. Y eso ha creado conflictos de convivencia. Es otra de las consecuencias de la permisividad que en muchos asuntos se ha practicado desde el consistorio y que ha sido tantas veces denunciada por los vecinos.

Afinidades. Si una cosa se les ha reprochado a los comunes en su tránsito por los órganos del poder ha sido sesgo ideológico que han dado a muchas de sus decisiones. Un tema que no es baladí en un barrio en el que las ayudas económicas municipales marcan muchas veces la diferencia entre poder hacer actividades o no. Y el descaro con que se han tomado algunas de esas decisiones no se les ha escapado a muchas asociaciones vecinales, sobre todo a las menos beneficiadas.

Comercio. No son muchos los comerciantes del Raval que están muy contentos con las políticas del Ayuntamiento en el barrio. Se quejan de dejadez y abandono, y se sienten maltratados por una admninistración que no ha sabido entender la peculiaridad del barrio y que ha adoptado decisiones que han ido en claro perjuicio de sus intereses. Por eso, no les extraña que el tejido comercial tradicional esté desapareciendo y se vea sustituido por comerciantes de origen extranjero que, denuncian algunos comerciantes, se ve favorecido por una actitud muy laxa de la administraciòn hacia ellos.

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