Las floristerías de la Rambla se mueren. De las 16 paradas que había antes del atentado de agosto 2017, solo quedan nueve. Siete han cerrado. Tres de ellas lo hicieron antes la crisis sanitaria. Al resto se las ha llevado por delante el coronavirus, explica José Moya, florista en la Rambla.
Un paseo por la Rambla permite ver que a Moya no le falta razón. La mayoría de paradas de flores están a la altura del mercado de la Boqueria. Este martes por la mañana, a eso de las 09.00 horas, buena parte de ellas estaban cerradas. En algunas, como en Flors Lídia y Anna, casi no queda nada en el interior. Parece que la clausura es definitiva.
UN 80% MENOS DE VENTAS
"Cada vez somos menos. Durante estos meses del Covid-19, las ventas han caído un 80%", dice Moya. Ni siquiera el pasado fin de semana, con la festividad de Todos los Santos, los pedidos aumentaron. "Fue un fin de semana cualquiera", lamenta el vendedor. Y añade: La Rambla está vacía. No hay turistas, ni gente de aquí".
Moya lleva unos 30 años al frente de uno estos negocios y nunca hasta ahora había vivido una situación similar. Asegura que no quiere cerrar, pero también reconoce que no depende de él. "Llevo ocho meses poniendo dinero de mi plan de jubilación". Según el florista, por ahora no ha habido ayudas municipales. "Solo dejamos de pagar dos meses el canon".
RETIRADA DE LAS ESTRUCTURAS CERRADAS
Los establecimientos de flores del popular paseo dependen del Instituto de Municipal de Mercados de Barcelona. "Son concesiones a perpetuidad". En unas semanas, el Ayuntamiento retirará las marquesinas de las que han cerrado. Lo hará una vez que se haya tramitado el papeleo, explica Moya. Al cierre de este artículo, Mercados no había respondido a los requerimientos informativos de este medio.
La última floristería que se ha sacado estaba junto al mosaico de Joan Miró, donde hubo el atentado. "Fue el pasado julio", comenta un vendedor de prensa del paseo. En este caso, el coronavirus no ha tenido nada que ver. Tras los asesinatos, la persona que llevaba el negocio optó por cerrar por aquel fatídico 17 de agosto de 2017.
La situación de las floristerías es un claro reflejo de la situación que atraviesa La Rambla. Sin visitantes, muchos de los negocios permanecen cerrados, al igual que numerosas paradas de la Boqueria. El presidente de la asociación de vecinos y comerciantes Amics de la Rambla, Fermin Villar, explicaba en agosto que solo habían abierto entre el 30 y el 35% de los establecimientos. Entre los que no han levantado de nuevo la persiana figuran el Café de la NBA y el restaurante Viena.
DIÁLOGO REAL Y REINVENTARSE
Amics de la Rambla opina que la Rambla se debe reinventar y los establecimientos se deben reenfocar hacia el público local. El impulsor y fundador de la plataforma Emblemàtics Barcelona, Alberto Mejías, defiende establecer un "diálogo real" para encontrar una solución a la Rambla. "Hay que ser conciliador para poder tender puentes. También ve necesario garantizar la calidad de los productos que se ofrecen. "Subir la calidad no es subir el precio. Es cuidar las cosas".
La Rambla espera desde 2016 una reforma. La transformación fue aprobada en el pleno de mayo de 2016. Han pasado más de 1.600 días y no se ha puesto ni una piedra. El último calendario previsto es que las obras empiecen en 2021, pero con los recortes por el coronavirus ahora mismo no se puede garantizar. Según Villar, la última respuesta del concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, es que se está pendiente del plan de inversiones municipal.
El proyecto de remodelación de la Rambla, con un presupuesto de unos 40 millones de euros, prevé cinco fases de obras, de mar a montaña. Los trabajos incluyen construir tres grandes plazas a la altura del Teatre Principal, el Pla de l'Os y el Palau Moja. Una vez terminada la reforma se cerrará el tráfico a los coches privados. Solo podrán pasar los vecinos, los vehículos de servicios, el transporte público y las bicicletas. El paseo ganará, en algunos puntos, hasta 1,5 metros de ancho. El único carril de circulación tendrá una amplitud de 3,5 metros.