La olla a presión en la que viven los vecinos del Raval que rodean la plaza del Pes de la Palla parece estar a punto de estallar. La inseguridad que denuncian desde hace años se enquista en este rincón de Ciutat Vella. La situación no mejora, la presión policial no es suficiente y los residentes han elevado sus quejas a un siguiente nivel. Desde hace días recogen firmas para pedir al Ayuntamiento que declare la plaza como "Zona Conflictiva".
La pequeña plaza rectangular conecta con varias calles del Raval, aunque también colinda con la ronda de Sant Antoni. El tráfico de drogas, la venta ilegal de bebidas y las peleas son frecuentes, un problema endémico que no encuentra una solución, tampoco por la vía policial. "Las centenares de llamadas al 112 no son suficientes y los problemas de convivencia y el mal uso del espacio público se agravan", señala la instancia, con fecha de 31 de julio.
"LA POLICÍA NO ES SUFICIENTE"
Los vecinos explican que desde hace cinco años han colaborado con las autoridades para "erradicar las conductas que alteran, perturban o lesionan la convivencia diaria de la ciudadanía, pero el control policial intermitente no es suficiente". Explican que la colaboración ciudadana se enmarca en la ordenanza municipal de 2005 para fomentar la convivencia en la calle que tiene origen en la grave situación de conflictividad social que se vivió ese año en la Ciudad Condal.
"No sabemos qué comportaría esta declaración, pero si ayuda a mejorar el entorno, nos da igual de donde venga la iniciativa", señala Pep Sala, presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Antoni, barrio que también sufre el trapicheo y las agresiones que se desencadenan bajo sus calles. Los vecinos subrayan el incremento del incivismo, suciedad, violencia de género y los episodios "puñaladas". Hace dos semanas, un conflicto en la vía pública terminó con una pelea multitudinaria que movilizó a media docena de vehículos de la Guardia Urbana.
VIGILANCIA NOCTURNA
Los residentes quieren un coche patrulla de policía toda la noche (de las 21.00 a las 06.00 horas) y que el servicio de limpieza "pase habitualmente para limpiar". Creen que es la única manera que se pueda garantizar los "derechos de las personas, su seguridad, vigilancia y control, para evitar cualquier perjuicio de los vecinos fomentando la convivencia pacífica en la ciudad". Aseguran que la mayoría de los vecinos son familias con niños pequeños y personas de más de 65 años. La "falta de seguridad", insisten, les impide desplazarse por la plaza del Pes de la Palla y la Ronda Sant Antoni.
Imágenes del desalojo del 'mercat de la miseria' hace dos semanas / METRÓPOLI
Durante meses, este agujero de inseguridad ha convivido con el mercado ambulante conocido como mercado de la miseria. Decenas de personas despliegan sobre sábanas viejas piezas de ropa y todo tipo de objetos, muchos sacados directamente de la basura, para vender. Aprovechan la plataforma usada temporalmente por los puestos del Mercat de Sant Antoni para vender su mercancía.
PRESIÓN POLICIAL
Una mayor presión policial de la Guardia Urbana de Barcelona ha desplazado en los últimos días el mercado de la miseria a la calle de Nou de Dulce. Allí, parapetados por esta callejuela, siguen vendiendo. A mediados de julio, en una reunión con vecinos y comerciantes el regidor de Seguridad, Albert Batlle, prometió más vigilancia. La presión en este lugar, a la postre, solo ha conseguido desplazar el mercadillo. "Esto es un problema social que se debe trabajar desde el Ayuntamiento", reclaman desde la asociación de vecinos.
Un portavoz del Ayuntamiento de Barcelona explica que el problema llega, especialmente, los fines de semana, "cuando hay más presencia de vendedores ambulantes, hecho que ha provocado las quejas vecinales por la ocupación intensiva del espacio público". Los dispositivos policiales en los alrededores de la plaza del Pes de la Palla persiguen que la zona sea un "espacio de convivencia y civismo para la ciudadanía".
La venta ambulante no autorizada, señalan desde el gobierno municipal, representa una actividad "contraria a las normas de convivencia". También se organizan dispositivos de limpieza para limpiar la suciedad que pueden dejar los mercaderes. Desde junio, la presión policial en la Ronda de Sant Antoni se traduce en 277 denuncias administrativas por infracciones relacionadas con la seguridad y la convivencia ciudadana.
DOS REALIDADES DIFERENTES
El mercado de la miseria y los problemas de incivismo y delincuencia generados en la plaza son dos realidades diferentes. Así lo remarca Sala, aunque el improvisado rastro fomenta, indirectamente, la presencia de individuos de sospechosa ocupación. "El problema no es el mercado, pero nos preocupa que otra gente más peligrosa aproveche estas aglomeraciones", comenta el líder vecinal. Jaume Beltran, del Forn Mistral, lamenta la "imagen desagradable" que transmiten los vendedores y sus precarios productos. "Imagina que se ponen debajo de tu casa. Dan sensación de inseguridad".