El estado actual de las calles del centro de Barcelona denota dejadez. Los vecinos de los barrios de Ciutat Vella no solo tienen que soportar la cantidad de residuos y basuras que se acumulan en las vías, sino también el aspecto de "suciedad" y "abandono" de sus fachadas a causa de las millones de pintadas y grafitis que las “decoran”.
Aunque, según explican los residentes, este tipo de grafitis siempre ha estado presentes en el Raval y el Gòtic, desde hace un tiempo se ha intensificado su presencia hasta convertirse en una "plaga".
El incremento ha sido tal que edificios históricos y patrimoniales del Raval, declarados Bien Cultural de Interés Nacional, como la Basílica de Santa Maria del Pi, de estilo gótico del XIV; la iglesia de la Mare de Déu de Betlem, de estilo barroco, construida entre 1680 y 1729; la Real Academia de Medicina de Cataluña, ejemplo de arquitectura neoclásica, o el Hospital de la Santa Creu, del siglo XV, entre otros iconos de la historia barcelonesa, han sido vandalizados con pintadas.
LAS PROMESAS MUNICIPALES, PAPEL MOJADO PARA LOS VECINOS
El pasado 30 de abril, durante un paseo junto a Jordi Rabassa, regidor de Ciutat Vella, Ada Colau puso de manifiesto su preocupación ante este tipo de vandalismo urbano. Los comunes visitaron Santa Maria del Pi para interesarse sobre el estado del patrimonio después de que el Arzobispado de Barcelona denunciase la pintada de un escudo del siglo XIV ubicado en su fachada.
El regidor explicó que borrar grafitis en paredes de edificios patrimoniales era un proceso "mucho más lento que en paredes convencionales", ya que se necesitaba un protecto de restauración: "No es tan fácil como tirar un ácido, necesitas un proyecto que requiera de un presupuesto y de un restaurador", informó Rabassa. Ante eso, Colau y Rabassa tildaron de "intolerable" el suceso y ofrecieron "todo su apoyo" a la entidad eclesiástica.
Este tipo de apoyo y promesas también las realizaron los técnicos del Ayuntamiento de Barcelona a los vecinos del Raval durante un paseo organizado el pasado 21 de marzo. Durante el recorrido, los residentes fueron mostrando a los representantes municipales la multitud de problemáticas que existen en el barrio, y una en las que se puso más énfasis fue la del aumento de los grafitis. Ángel Cordero, representante de la Xarxa Veïnal del Raval, explica a Metrópoli que, aunque los técnicos mostraron preocupación por el vandalismo plasmado en las fachadas, todo ha quedado en papel mojado: "Aunque hay intención de hacer algo, no acaban de dar con la clave o son muy lentos", critica sobre la gestión municipal.
INCREMENTO DE PINTADAS A RAÍZ DE LA PANDEMIA
Cordero argumenta que uno de los puntos en los que se demostró la problemática de los grafitis fue en la plaza de Terenci Moix. La iglesia de Santa Maria de Montealegre, ubicada en la confluencia con la calle de Valldonzella, está infestada de pintadas que afean su arquitectura modernista e historicista.
"Durante el paseo nos dimos cuenta de que está todo lleno de grafitis de forma indiscriminada: edificios del patrimonio, porterías completamente nuevas, etc.", explica el portavoz vecinal. Cordero argumenta a este medio que se ha podido comprobar como tiene "mucho que ver" con los núcleos donde se organizan los botellones y se reúnen las "personas del movimiento underground": "Si trazas un radio de unos 500 medios desde el Macba puedes ver como los grafitis van de más a menos", explica. Y añade que, "desde que se levantaron las restricciones de la pandemia", ha habido un "aumento significativo".
El portavoz de la Xarxa Veïnal del Raval asegura que los vecinos no quieren discriminar al colectivo de grafiteros "que ponen bonita la ciudad", sino a los que "takean sin sentido" y con la "intención de mancharla". Cordero asegura que la raíz del problema es "el modelo de ciudad", dice que este "invita a no cuidar de lo cultural": "He podido comprobar como la gran mayoría de los que van takeando son extranjeros, población flotante a la que le da igual Barcelona". También explica los grafitis cada vez se encuentran a mayor altura, por lo que valora que podría tratarse de una "nueva moda urbana" en la que ganaría el que lograse "acceder a una zona más peligrosa para pintar".
Ángel Cordero denuncia que "no hay una buena voluntad" por parte de las personas que visitan el barrio, algunos vecinos, el Ayuntamiento de Barcelona o las empresas de limpieza de la ciudad. "Es más que evidente que Barcelona no pone toda la gestión necesaria y que se requiere en nuestro barrio". "Necesitamos velocidad de crucero y nos traen un triciclo antiguo", sentencia.
"ATAQUE AL PATRIMONIO"
Mayte D'Ambrosio, una vecina comprometida con la integridad del Raval, define el estado del barrio como: "Asqueroso". La mujer cuenta a este digital que el barrio "está todo pintarrajeado". "A mí los grafitis que dicen cosas interesantes en paredes feas o vacías no me parecen mal. Pero tienen que decir algo. Y, desde luego, no tienen que realizarse en persianas privadas, estatuas o bancos", opina. La vecina añade que cerca de su casa, un voluntariado de adolescentes y algunos de los residentes pintaron una pared y "quedó muy bonita", pero que "ya le han metido porquería encima".
Por su parte, Maria Pladamunt expresa su indignación a través de Twitter. Esta barcelonesa difunde fotografías de edificios de interés local del Raval llenos de grafitis y lamenta que se estén "cargando el patrimonio de Barcelona". La internauta comenta que el "incivismo y la falta de respeto" que suponen para ella las pintadas le provocan "tristeza" y denotan "mala gestión" por parte de la administración. Valora que a "Ada Colau nadie la respeta" y que "el Raval da pena".
Antoni Martínez, comerciante del Gòtic, coincide con la percepción de sus vecinas de distrito. El propietario de una frutería considera que los grafitis se han convertido en "una plaga" desde hace un tiempo.
EL AYUNTAMIENTO PASA LA PELOTA A LA PROPIEDAD PRIVADA
Fuentes municipales consultadas por Metrópoli aseguran que "las fachadas de los edificios se limpian a medida que se detectan". Según informan portavoces del Ayuntamiento de Barcelona, actualmente hay 26 equipos dedicados a la limpieza de pintadas, de lunes a viernes, y cinco durante los fines de semana. También especifican que durante el 2021 se hicieron 115.092 intervenciones y se limpiaron 279.422 metros cuadrados. En este 2022, ya se han hecho hasta el 31 de marzo 30.345 intervenciones y se han limpiado 71.114 metros cuadrados.
En cuanto a las pintadas en edificios catalogados del Raval, el consistorio pasa la pelota a la propiedad privada. Tal y como explican las fuentes municipales, los limpiadores del ayuntamiento "no pueden limpiar las pintadas de los edificios catalogados privados", por lo que, según las mismas, "le corresponde a la propiedad hacerlo".
LOS GRAFITEROS PIDEN MÁS ESPACIOS LEGALES PARA PINTAR
La entidad cultural especializada en el desarrollo de proyectos de arte urbano, Rebobinart, ve desde otra perspectiva el fenómeno del grafiti del Raval. Marc Garcia, su fundador y director, explica a este digital que, a pesar de que Barcelona ha habilitado espacios para el arte con la iniciativa de Espais Legals, el "colectivo de grafiteros y muralistas precisa más apoyo".
Garcia argumenta que "el grafiti ha estado siempre presente, y que si se prohibe habrá más". Opina que, en algunas ocasiones, "los grafiteros estropean el patrimonio público, pero están pintando. No van con una pistola", por eso emplaza al consistorio a poner alternativas a la ilegalidad e incrementar los espacios para los artistas que quieran pintar. Agrega que el hecho de que las firmas o los grafitis estén en sitios altos es "por pura supervivencia": "Cuanto más arriba están son más difíciles de borrar, más visibles y, por ende, más valorados y duraderos".
RECLAMAN MÁS QUE "PEQUEÑAS SUBVENCIONES"
Desde la entidad piden que no se discriminen los grafitis por su calidad y exigen que se respeten desde las firmas, hasta los murales: "No puede ser que guste un mural de la Rosalía y se desprecie una firma. Las dos cosas son ilegales y están mal hechas si están en una pared no habilitada", dice. También reclama a la administración que adopte una "opinión clara" y promocione una "línea de trabajo" para que "los muralistas puedan desarrollar sus proyectos de forma legal y segura".
Marc García afea que el equipo de gobierno no apueste por el arte urbano más allá de con "pequeñas subvenciones": "Tengo que cruzar España para promocionar artistas catalanes en otras ciudades en las que es más fácil la inversión público-privada. Tenemos artistas increíbles que se tienen que ir fuera para que se aprecie su arte como es debido y puedan trabajar de forma segura". "El Ayuntamiento tiene que arriesgar en arte urbano. Los murales tienen que ser cíclicos y el Ayuntamiento no debe hipotecarlos, porque sino no hay espacio para todos", expresa. Por último, considera que el problema viene porque "el consistorio no quiere apostar por la inversión privada" y que el "ansia por gestionar de forma exclusiva" estos proyectos hace que "los artistas se marchen para poder cobrar bien".