La droga nunca desaparece en el Raval. Los grandes macrooperativos policiales como el del 7 de octubre de 2020 reducen por un tiempo la intensidad del narcotráfico, pero son parches provisionales a un problema de gran calado. La demanda no se desvanece y, así, los vendedores se reproducen en nuevos grupos criminales, o bien reciclados de anteriores. Tras una presencia "residual" de puntos de venta durante la pandemia, actualmente los vecinos del corazón de Barcelona denuncian la presencia de una cincuentena de pisos en manos de las mafias.
Según ha podido saber Metrópoli por diversas fuentes vecinales, durante los últimos seis meses se han contabilizado 55 pisos relacionados con el tráfico de drogas. La mayoría de ellos son viviendas okupadas en los que se ha registrado la venta de cocaína, heroína, crack o shabú, una sustancia consumida generalmente por los ciudadanos de origen filipino. Los residentes no han detectado la presencia de narcopisos, eso es, viviendas en las que se combina la venta y el consumo de sustancias.
TRES CALLES 'CALIENTES'
Tres calles representan por sí solas puntos calientes del trapicheo en el barrio de Ciutat Vella: Cera, Lluna y Sant Bertran. Los vecinos cuentan una media docena de pisos gestionados por los camellos en cada una de estas vías. La venta se produce en edificios habitados por ciudadanos ajenos al narcotráfico que presencian y conocen la actividad delictiva. Una novedad que han detectado recientemente es la rapidez con la que desactivan y activan las distintas ubicaciones. Este comportamiento perseguiría confundir a los investigadores.
Una mujer de edad avanzada que pasea junto a su hijo por la calle Cera denuncia el incivismo con el que lidia a diario. Vive en la calle Riereta y su hijo sospecha que un negocio de alimentación en el que apenas entran clientes es un punto más del trapicheo. "Tenemos a la policía a diario. Si no es por una cosa es por otra", comenta esta vecina del barrio de toda la vida.
AGRESIÓN SEXUAL
Unos metros más adelante, cerca de la calle Hospital, otra vecina con 20 años en el vecindario denuncia con la boca pequeña un piso okupado "muy ruidoso" y del que sospecha que se vende droga. Se refiere a los bajos de la calle Vistalegre, bajo el radar de la policía y en el que presuntamente se cometió una agresión sexual el pasado 26 de junio, según la denuncia de una mujer que habría acudido al piso a comprar una dosis. La vecina también denuncia la suciedad de las calles.
La venta de la droga en los pisos del Raval la realizan personas de diversas nacionalidades. Hay españoles, pakistaníes, filipinos, subsaharianos, dominicanos y otros orígenes. Un tendero de la calle Riera Alta con casi 40 años al frente de su negocio explica que en los últimos días se ha cruzado con varios consumidores que se inyectan su dosis a plena luz del día en calles de los alrededores. "No hay más inseguridad que en la época de la heroína, pero en los últimos años el barrio está más sucio. Hay una dejadez de funciones por parte del Ayuntamiento actual. Deberían sancionar a los incívicos con multas. Ya verías como se terminaría", observa.
HISTORIAL DE MACROOPERATIVOS
En octubre de 2020, la denominada operación Coliseo se saldó con 61 detenidos, seis kilogramos de droga decomisada y 60.000 euros en efectivo intervenidos. Participaron un millar de policías de los Mossos d'Esquadra, Policía Nacional y Guardia Urbana que realizaron una investigación conjunta. Tras el desfile de detenidos por la rambla del Raval hasta coches policiales, los jefes policiales rechazaron hablar de narcopisos porque en el interior de esas viviendas solo se vendía mercancía.
Antes de Coliseo tuvo lugar la operación Bacar en 2018, que terminó con 55 detenciones, desarrollada en enero de ese mismo año con la participación de 800 policías. En junio de 2019 tenía lugar la operación Suricat con 100 detenidos y que descabezó a un clan paquistaní que vendía heroína. Desde 2017 y hasta 2019 Mossos y Urbana habían detenido a 313 personas por traficar en Ciutat Vella. En este tiempo desmantelaron 225 narcopisos.
INYECCIONES A PLENA LUZ DEL DÍA
En la calle Lleó, la dueña de una tienda de ropa también es testigo del intenso consumo de drogas en la vía pública. Relata la presencia de personas adictas que hacen sus necesidades en la calle y la suciedad que esto genera. "Aquí ya no queda casi nadie abierto", describe la joven empresaria mirando calle arriba. La avenida está trufada de persianas bajadas, locales que albergaban negocios y que han ido cerrando.
En la calle Sant Vicenç dos bajos tapiados con ladrillos indican que en el pasado albergaron un punto de venta de drogas. Así lo relata una mujer que trabaja en un restaurante cercano. En la calle dels Salvador, los traficantes señalan los pisos con una pintura rugosa vertida sobre los postes que protegen a los peatones de los coches. Lo cuenta una vecina que conoce bien el trapicheo en uno de los pisos.
Sant Bertrán nace en el Paral·lel y es otro punto caliente de Ciutat Vella. Una vecina explica que el trapicheo es constante, pero que ha aflojado en comparación con el inicio de la pandemia cuando chicos y chicas "de casa buena se arrastraban" por debajo de las persianas medio bajadas de los locales donde se vendía droga.