Barcelona es una ciudad muy variada. Frente a la cuadrícula octogonal y casi uniforme del Eixample, el caso antiguo de la ciudad es una amalgama de callejones y callejuelas en las que uno puede disfrutar perderse mientras vuelve siglos atrás en el tiempo. Como todas las ciudades, su crecimiento fue durante muchos años improvisado, basado en la necesidad, hasta que a mediados del siglo XIX los planes Cerdà y Rovira quisieron poner orden al caos. Y en parte lo consiguieron, pero todavía quedan vestigios de lo que la ciudad fue, entre ellas, la calle más pequeña -o corta- de la capital catalana.

Sucede, curiosamente, que el mismo barrio de la urbe alberga no solo la calle más corta, sino también la más estrecha. Este pequeña área de la ciudad, El Born, es la sede de los antiguos palacetes de la antigua Barcelona. 

LONGITUD

A unas pocas calles del lujo y la opulencia de los palacetes de la Edad Moderna, se encuentra la calle de l'Anisadeta, un pequeño rincón de no mucho más de 5 metros de longitud que solo tiene un número, el 5, aunque no tiene ningún portal. Se encuentra al lado de la plaza de Santa Maria del Mar, donde se erige la popular y literaria catedral barcelonesa.

LA HISTORIA, LA LEYENDA

Lo que se sabe es que, cuando el barrio era una pequeña zona de pescadores, allí se levantaba una taberna llamada la Nisadeta allá por el siglo X en la que se vendía anís. Por otro lado, la leyenda que pesa sobre la calle narra que allí tenía su paradita una joven muy bella en la que vendía productos elaborados con esta planta a los pescadores del barrio. De tan bonita que era, todos estaban enamorados de ella y le proponían matrimonio hasta que un día desapareció.

Calle de l'Anisadeta de Barcelona / GOOGLE MAPS

Aquí la historia se diversifica. Unos dicen que la joven desapareció, harta de rechazar a los pescadores. Otros, por otro lado, creen que algún pescador la secuestró y desapareció con ella.

BARRIO DE PESCADORES

El Born es un barrio que se levantó extramuros, que por su proximidad por el mar era lugar de pescadores y trabajadores del puerto. Su concepción tal y como se la conoce hoy en día es producto de la ampliación de la ciudad del siglo XVIII, bajo el reinado de Felipe V, quien tiró las murallas y levantó la vecina ciudadela, encorsetando al barrio entre el casco antiguo, la fortificación y los astilleros, conocidos como drassanes.

Noticias relacionadas