La calle Ferran de Barcelona está llena de souvenirs, comida basura y cannabis. Una imagen degradada que dista mucho de los orígenes de la vía ubicada en el casco antiguo de la ciudad, que fue uno de los principales ejes comerciales de lujo del barrio Gòtic.
Planeada en 1824 para unir la Rambla con la Ciutadella, solo llegó hasta la plaza de Sant Jaume. En sus inicios, la calle fue nombrada Fernando VII --monarca que reinaba en aquella época--, pero en 1910 se rebautizó con su apodo actual. Fue uno de los primeros viales concebidos como calle comercial en la capital catalana y abarcó lujosos locales --con fachadas e interiores modernistas ahora desaparecidos--, que se convirtieron en todo un reclamo para la burguesía barcelonesa del siglo XIX.
DECADENCIA COMERCIAL
Los comerciantes de toda la vida de la calle Ferran datan en los años 80 el inicio de la transformación de la avenida, mucho mayor a raíz de la primera crisis económica de 2009. Diez años más tarde, la pandemia arruinó del todo a las familias de los comercios locales centenarios. "Covid y Colau son dos factores que han matado esta calle", asegura Enric a Metrópoli, propietario de la papelería Belles Arts Ferran, remarcando la sensación de abandono que tiene por parte del Ayuntamiento de Barcelona.
"También nos arruinaron --primero los socialistas y después el PP-- con el Decreto Boyer, una ley que modificó el precio del alquiler comercial de 2.000 a 25.000 euros", sentencia el dueño. Ahora, asegura que varios de los comerciantes de la zona pagan esa "cantidad insostenible". "Los negocios de toda la vida no pueden competir con estos alquileres, las mafias sí", denuncia.
Los propietarios lamentan la pérdida de casi todo el patrimonio modernista que antiguamente había en la calle y en el interior de los comercios. Señalan a las franquicias y tiendas de souvenirs como principales culpables, que "se llevaron todo por delante" cuando se afincaron. No entienden que el gobierno municipal "haya permitido esta pérdida patrimonial", así como que tampoco hayan impuesto sanciones por ello. "Es una vergüenza que se permita abrir una tienda de cannabis en una farmacia modernista de una calle del centro de Barcelona", denuncian.
LA MECA DE LA MAFIA
El asentamiento de franquicias, tiendas de souvenirs o locales de comida rápida han dejado en el olvido los prestigiosos espacios que ostentaba la calle, ahora convertida en "la meca de la mafia" --como aseguran desde Belles Arts Ferran a este medio-- y en una sucesión de persianas grafiteadas bajadas.
Algunas de las joyas comerciales que se han perdido son la histórica farmacia de la Estrella de 1840, transformada en una tienda de cannabis. En el cruce entre Ferran y la Rambla, Manuel Beristain regentaba una armería que en 1983 dio paso a uno de los primeros McDonald's de la ciudad. En frente se encontraba la orfebrería Miele, obra de Josep Puig i Cadafalch premiada en el concurso anual de edificios artísticos del Ayuntamiento de Barcelona. Hoy, el local pertenece a la también cadena de comida rápida KFC.
DE COMERCIOS CENTENARIOS A TIENDAS DE SOUVENIRS
En el número 25 de la avenida subía cada día la persiana la joyería Macià, con un diseño arquitectónico también de Puig i Cadafalch en colaboración con el escultor Eusebi Arnau. Después, el espacio fue ocupado por un Starbucks, ahora cerrado. La sucursal de Anís del Mono, con una decoración modernista de Joan Amigó y Salvador Alarma, también fue premiada en el concurso anual de establecimientos comerciales del consistorio. Actualmente, pertenece a una franquicia de panadería.
La Casa de las Carcasas que hay en el número 51 de la calle también se llevó por delante la impresionante fachada de la fundición Masriera Campins, con una representación de Mario Maragliano de un volcán en erupción. Tampoco queda ni rastro de la fantasía vanguardista de Josep Maria Jujol para la tienda Mañach, en el número 57, ahora ocupada por otro local de souvenirs.
DELINCUENCIA E INSEGURIDAD
La inseguridad es otra de las preocupaciones de los comerciantes de la zona. "Roban a punta de navaja", destacan a este medio, en el que apuntan que "la instauración de las mafias extranjeras ha desfigurado el barrio". Confirman que se trata de delincuencia importada porque, mayoritariamente, son magrebíes y argelinos.
Algunos vendedores afirman verlos con "cuchillos en la calle". Recalcan que se trata de gente "bien vestida", criminales que se esconden "bajo un perfil falso" para después poder esconderse en el interior de los hoteles o de las cafeterías y pasar desapercibidos. Desde la Cereria Subirà de la Baixada de la Llibreteria, en cambio, no creen que la inseguridad haya ido a más en este aspecto y destacan que este tipo de delincuencia siempre ha estado muy presente en el barrio.
Los comerciantes auguran un futuro sin esperanzas para la calle, en el que prevén que cada vez sean menos los "supervivientes al parque temático guiri". "Cada vez quedan menos locales históricos en esta zona; antes estaba llena, ahora solo sobrevivimos unos pocos comercios", lamenta Josep Servitja, ahora al frente del histórico bar Haití.