Maestros tostadores desde 1851: así es Casa Gispert, la tienda de frutos secos más antigua de Barcelona
En su interior alberga un horno de leña único en Europa, con el que Eduard Carner tuesta avellanas, almendras o nueces dos veces por semana
13 abril, 2024 23:30En el corazón de Barcelona, en pleno barrio de la Ribera, se conserva una tienda casi bicentenaria con una particularidad que la hace única en Europa. Desde 1851, Casa Gispert perfuma la calle dels Sombrerers con el aroma a tostado de los frutos secos que se venden en su interior. Al pasar por delante, barceloneses y turistas no pueden evitar descubrir que se esconde en los bajos del edificio, que data del siglo XVIII.
Hace 173 años, Josep Gispert, un médico de Centelles, compró la tienda para dejarla en herencia a sus dos hijos, Enric y Alfons. Por aquel entonces se llamaba Casa Cuadrenys, una boutique especializada en especias y café, dos productos que perduran en este local protegido declarado Bien Cultural de Interés Local.
Casa Gispert se encuentra al lado de la basílica de Santa María del Mar, muy cerca del Museo Picasso. Es una de las empresas de alimentación más antiguas de la capital catalana. Por eso, el mismo Ayuntamiento de Barcelona reconoce su servicio a la ciudad con una placa situada en el suelo, que da la bienvenida a los clientes.
Horno único en Europa
A las 7:00 horas de la mañana sube la persiana del comercio Eduard Carner, maestro tostador de Casa Gispert. Con tan solo 30 años se ha convertido en el más joven de Catalunya. “Me lo propusieron hace cinco años y sin pensarlo acepté”, relata con una sonrisa a Metrópoli.
Tras un año de preparación, Carner se dedica desde los 26 años a un oficio que está en peligro de extinción. “Se necesita mucha perseverancia para ejercer de tostador”, destaca. Aprendió de Óscar, el “gran maestro”, en palabras de Carner, quien lleva más de tres décadas dedicándose a ello.
Su herramienta de trabajo principal es un horno de estilo romano único en Europa, que data de 1851, año en el que se abrió la tienda. Se denomina de este modo porque el fuego y el producto comparten espacio en una misma cámara. Carner tuesta los frutos secos dos veces por semana, que normalmente son los martes y los jueves. Para ello, debe empezar a las siete de la mañana, cuando enciende el fuego, que prende con leña de encina. “Esto le da un toque diferencial a nuestro producto”, detalla el joven.
Tras tener en remojo los frutos secos —unos 60 kilos por hornada—, Carner los arroja en el cilindro de hierro, donde se tuestan durante dos horas, aproximadamente. Cada media hora los saca para comprobar si se están “cocinando” bien. Como apunta a este medio, “el proceso es similar al de hacer un bizcocho, si haces mal un paso no saben bien”.
El horno alcanza una temperatura de 250 grados. Por eso es tan importante tomar precauciones y seguir los pasos de “el gran maestro” para no salir malherido. Carner compagina su trabajo en Casa Gispert con el obrador, que se encuentra en Viladecavalls, municipio vecino de Terrassa dónde él nació.
Maestros tostadores desde 1851
Casa Gispert perdura gracias a los clientes de toda la vida. La mayoría son vecinos de la zona, aunque también tienen un peso importante los provenientes de la zona alta de Barcelona. Vienen porque no existe una tienda igual en la ciudad, ni siquiera en Catalunya. Un hecho que los ha convertido, además, en parada obligatoria para los grupos de turistas que pasean por Ciutat Vella.
Nadie sale sin su bolsa de frutos secos. Aunque se trata de su especialidad, en Casa Gispert también venden productos coloniales desde 1851: frutos desecados, café, té, cacao, especias como la vainilla, la canela, el azafrán… Asimismo, ofrecen aceites de oliva virgen extras, vinagres, chocolates, turrones, mieles, mermeladas, vinos dulces, cestos de regalo... siempre a la búsqueda de productos locales y de calidad.