Durante la peor parte de la crisis, los barceloneses eran economistas por necesidad. Conceptos hasta entonces marcianos como las primas de riesgo, las subprime y las operaciones en corto estaban en las conversaciones de todas las casas y bares de la ciudad. Ahora que la tormenta financiera parecía haber quedado atrás, en lugar de calma hay un nuevo ciclón: el imparable aumento de los precios de la vivienda, que amenaza con crear una segunda burbuja y que ha obligado a los barceloneses a reconvertirse en agentes inmobiliarios.
Todo el mundo conoce a alguien al que le han subido el alquiler más de 200 euros de golpe y se repite sin parar la frase “si no te interesa, tengo a diez personas haciendo cola para coger el piso”. Porque se los quitan de las manos. Literalmente. En la plaza de la Revolució, en plena Vila de Gràcia, un grupo de jóvenes empieza a sacar sillas plegables y las coloca en semicírculo. Rodeados de terrazas llenas hasta a los topes, se preparan para celebrar un debate al estilo clásico: en un espacio público al aire libre (aunque les ha costado lo suyo conseguir la licencia).
Pancarta contra el turismo en Travessera de Gràcia, cerca de la plaza de la Vila / XFDC
El tema, los vínculos entre el turismo y el encarecimiento de los precios de alquiler, puede dar pie a una discusión acalorada, pero no todos se han atrevido a bajar a la plaza. El Consell de la Joventut de Barcelona (CJB), entidad organizadora del debate, había invitado a Airbnb, que nunca cogió el teléfono, y a la Associació d'Apartaments Turístics (Apartur), que declinó la oferta por problemas de agenda. Sí han acudido la Associació de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS), la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) y Barcelona Oberta, la unión de ejes comerciales turísticos, que tenía poco que ganar en un debate en el que estaba en minoría y aún así ha preferido dar la cara.
FALTA DE VIVIENDA PÚBLICA
Las posturas de los presentes estaban claras desde el principio y no había mucho margen para el convencimiento. Hasta el punto de que el moderador, el gerente de Vivienda del Ayuntamiento de Barcelona, Javier Burón, ha tenido poco trabajo y al final se ha sumado como uno más de los contertulios, aunque a título individual porque el consistorio no estaba invitado. De hecho iba ser uno de los señalados, ya que el parque de vivienda de pública de alquiler solo representa el 1,5% de la oferta total, una cifra irrisoria en comparación con otras ciudades europeas.
“La incapacidad de las administraciones de dar respuesta al problema de la vivienda es lo que nos ha llevado a esta situación”, denuncia Héctor Panizo, de la ABTS. Su discurso pone el foco en el Gobierno central y su polémica modificación de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) de 2013, que redujo de cinco a tres años el plazo mínimo para un contrato de alquiler. “El mercado se nos come”, alerta. Y pone como ejemplo a Berlín y París, dos ciudades que tienen un problema parecido al de Barcelona, pero que han optado poner coto al mercado de alquiler. “Donde no llegan ellos, lo hace la sociedad movilizada”.
IRRUPCIÓN DE LOS FONDOS DE INVERSIÓN
Otro de los temas que salen durante la discusión es la aparición de los fondos de inversión, conocidos en la plaza como fondos buitre. “Antes invertían en hoteles y ahora compran edificios enteros”, explica el vicepresidente segundo de la FAVB, Joan Balañach. La moratoria hotelera primero y la aprobación del Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) han puesto trabas a la proliferación de hoteles, por lo que el dinero, que quema en las manos, se mueve a otras partes. Muchos vecinos de Barcelona han denunciado acoso inmobiliario por parte de empresas que se dedican a comprar edificios enteros, con inquilinos incluidos, que luego rehabilitan y venden a precios astronómicos.
La conversación se pierde en terrenos más complejos como el alcance del derecho a la vivienda, la gentrificación, el atractivo de la ciudad para vivir (“Barcelona está de moda porque la han vendido”, sentencia Panizo) y la dificultad de legislar una materia cuyas competencias recaen sobre tres administraciones que a veces parece que reman en direcciones opuestas. “Aunque todos seamos amigos, que no es así, y lo hagamos todo bien, es difícil cambiar un problema estructural a corto plazo”, reconoce Buron.
BARCELONA Y EL TURISMO
Cada año más de 30 millones de personas visitan Barcelona. Unos pasan el día, otros se quedan una semana, pero todos generan sensación de bullicio y trajín en una ciudad que se ha despertado del sueño (pesadilla para algunos) del “Barcelona, posa't guapa”. La directora general de Barcelona Oberta, Nuria Paricio, se muestra convencida de que el turismo tiene efectos positivos y efectos negativos, algo que conoce de primera mano. “Los comercios locales también han sufrido la subida del alquiler”, recuerda Paricio. “Tiendas de segunda o tercera generación han tenido que cerrar y marcharse a otro sitio porque les subieron un 20% o un 30%”.
“Mucha gente quiere venir a Barcelona, no solo turistas”, dice Buron. Se ha convertido en un polo de atracción de emprendedores, de personas que vienen en busca de las oportunidades que genera una ciudad dinámica y creativa que nunca pensó en poner el cartel de completo y que ahora se ha quedado sin puerta donde colgarlo. "Tenéis que exigir todas las medidas posibles" para intentar solucionar la crisis de vivienda, explica Buron ante una audiencia que seguramente tomará su palabra.
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