La incertidumbre política, que, cada día que pasa, marca la actualidad política catalana, está provocando que muchas empresas de pequeña y mediana estructura (las llamadas pymes) se estén planteando abandonar Barcelona/Catalunya y plantar sus sedes -si no lo han hecho ya- en otras autonomías... por no decir fuera de las fronteras del propio estado español. Un auténtico éxodo que no se detiene.
Según datos que maneja la entidad Empresaris de Catalunya (EC), la deriva independentista del llamado 'procés' ha costado ya 40.000 posibles puestos de trabajo.
"No lo decimos nosotros porque sí, sino que son datos que se manejan en diferentes estamentos y estadísticas", afirma Carlos Ribadulla, vicepresidente de EC. "No entramos ya en cuántos son los que se están perdiendo a día de hoy, que son muchos, sino en los que se están dejando de contratar a causa del procés independentista. Nuestros datos hablan, sobre todo, de esos 40.000 empleos que se habrían podido hacer en condiciones normales".
"Los datos de pérdidas actuales habrá que cuantificarlos más tarde, al acabar el año. Pero lo que si podemos decir en estos momentos es que las economías barcelonesa y catalana van a resentirse en un futuro inmediato", añade Ribadulla. "A largo plazo, que es como se hacen las cosas en el mundo empresarial, dentro de cinco años aproximadamente, apreciaremos las nefastas consecuencias económicas de lo que ocurre ahora".
Ribadulla no habla porque sí. Su organización representa a buena parte del tejido empresarial catalán, el que se nutre de pequeñas y medianas empresas (pymes), no de las grandes. "En las estadísticas se habla de compañías de élite que han cambiado su sede social o fiscal. Pero eso, siendo importante, no refleja el estado de la cuestión a nivel de lo que supone la mayor parte de empresas de aquí, las que tienen entre una docena de trabajadores hasta las que suman varias decenas. Ese es el grupo empresarial que está al límite de su capacidad y que, si no lo ha hecho ya, está planeando irse de Catalunya".
"A nivel de pymes, nuestros datos dicen que suponen más del 90 por ciento de las casi 4.300 empresas que ya han trasladado sus sedes (fiscal o social) fuera de nuestra autonomía ", aporta Ribadulla.
HABLAN LOS EMPRESARIOS
“Lo siento mucho, porque me considero tan catalán como el que más, pero el estado de las cosas actualmente me hace ser más pragmático que nunca”, explica un empresario al que llamaremos Jaume, ya que, como en otros muchos casos, no se encuentra "en condiciones" de revelar su anonimato, so pena de ser 'linchado' por los independentistas en su ámbito laboral.
“Esto ya no tiene vuelta de hoja... La situación me está superando. Y no a mí solo, sino a otros muchos empresarios que conozco. Lo digo en serio, se nos acaba la paciencia... Para cualquier empresario catalán, el estado de indefinición (por no decir locura) político-económica que estamos viviendo es demasiado”, manifiesta nuestro interlocutor, que desde hace unos meses ha trasladado su sede fiscal a Baleares.
Hablamos de empresas locales, casi familiares, de esas que conforman la mayoría del entramado empresarial catalán. Empresas que nacieron de una idea genial del abuelo -o del bisabuelo- y que, a base de generaciones implicadas en el proyecto, han ido asentándose y luchando en un mundo cada vez más competido y competitivo. Una realidad aumentada tras la llegada de las nuevas tecnologías, que les ha hecho agggionarse inevitablemente y que les somete a una obligada puesta a punto anual para que no se les lleve por delante una multinacional, una corporación o... una compañía oriental de dudoso origen.
REALIDAD ACUCIANTE
“Esta es nuestra realidad actual: luchamos frente un estado impositivo que necesita recaudar donde sea y como sea para pagar el coste de un entramado político cada día más grande y más inquisitorio”, sostiene el empresario Josep -tampoco quiere dar su nombre verdadero-, que ha mudado su sede a Valencia . “Hablo como responsable de una compañía pequeña, de pocos trabajadores, de lo que llamaríamos la típica empresa catalana de siempre. La deriva independentista de los últimos años nos ha pillado con el pie cambiado. Somos catalanes y nos sentimos españoles, como siempre ha sido. Tenemos clientes de toda España, y cada vez que hablamos con ellos, nos hacen la misma pregunta: ¿qué pasa por ahí? ¿cómo está el patio en Cataluña? ¿vais a poder servirnos lo que os pedíamos?”.
Esa es la realidad diaria a la que se enfrentan muchas pequeñas y medianas empresas catalanas (principalmente en la provincia de Barcelona) a día de hoy, tras un año del famoso 1 de Octubre (1-O) y apenas un día después de la celebración del primer aniversario, que este lunes acabó con cargas policiales en el mismísimo Parlament de Catalunya y frente a la Comisaria de la Policía Nacional en Via Laietana.
SITUACIÓN INSOPORTABLE
“De verdad, esto es insoportable. Llevamos ya demasiado tiempo con el tema del procés a cuestas. Se nos etiqueta como anti-catalanes por el hecho de no exhibir 'paquete' independentista”, insiste, más serio que irónico, Jaume. “Encima, se nos ha 'sugerido', subrepticiamente, pagar impuestos en la llamada Agencia Tributaria de Catalunya, un ente que se han sacado de la manga y por el que nos quieren hacer pasar... so pena de ser tachados de 'fascistas', 'españolistas' y no sé cuantas otras cosas más”.
“La realidad es que nos han llevado, involuntariamente, a una deriva nacionalista/catalanista que ni nos toca ni nos interesa”, sostiene Josep. “Hasta hace relativamente poco, antes de la 'locura' que se ha instalado entre la clase política que nos domina en Catalunya, nos dedicábamos a lo que sabemos y habíamos heredado de nuestros antepasados: ser empresarios, crear riqueza, contratar trabajadores y vivir... sencillamente”.
MIEDO AL QUÉ PASARA
Volvemos con Carlos Ribadulla. Según él, la clave de lo que está pasando tiene un nombre propio: miedo.
"Los empresarios están temerosos de la perspectiva que está provocando el procés secesionista. Todo empresario lo que quiere, por encima de todo, es seguridad. Precisamente eso es lo que no encuentra ahora en el ámbito catalán", explica Ribadulla. "Desde que empezó todo, y empleando términos empresariales, hemos pasado por momentos de pico (inicio del procés) a momentos de valle (aplicación del art. 155). Al regreso del verano, nos encontramos con un nuevo pico tras las declaraciones del President, QuimTorra. Sus palabras de estos últimos días, incluidas las de este martes en el Parlament, no han hecho más que acrecentar el temor de los empresarios catalanes".
Ribadulla insiste en una cuestión: "Quizás ahora no se verá todo lo que está costando este éxodo empresarial, pero cuando se cuantifique dentro de algunos años, nos daremos cuenta de la ruina en la que nos estamos metiendo".
"Lo que quiere el empresario catalán es sencillamente poder hacer lo de siempre: trabajar, producir y contribuir a que Barcelona (y Catalunya) sigan funcionando. Como siempre. Como antes del procés", concluye Ribadulla.